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viernes, 12 de noviembre de 2010

Vista de lince 115

Los cambios a la Ortografía de lengua española en su segunda edición
Creo que más fue la alarma que ocasionaron los periodistas que alcanzaron a ver los cambios previstos para la segunda edición de la Ortografía de la lengua española. Muchos de esos cambios llevan años de estar en los documentos de la Real Academia Española, pero pocos los leen.
Siempre he aconsejado a quien quiere usar bien la lengua tener como obras de consulta los documentos oficiales de la Real Academia Española, que no por ser de la Real Academia Española sean infalibles e inmodificables. Los que hablamos y escribimos acerca de la lengua tenemos diferencias entre nosotros por razones de concepto. No digo que no se lean los libros de los diferentes autores que escriben sobre la lengua, sino que de ellos y de los documentos oficiales cada persona va formando sus propios criterios.
Con la aparición en diciembre del año pasado de la Nueva gramática de la lengua española los comunicadores la magnificaron aduciendo que hacía 78 años que no había gramática oficial en la Real Academia Española. Pues sí y pues no. 
Es cierto que la última gramática oficial se editó en 1931, la cual confieso desconocer; pero en 1973 los académicos de la época ya percibían la necesidad de una nueva gramática y elaboraron lo que dieron en llamar Esbozo de una nueva gramática de la lengua española y que pretendía dar los lineamientos para elaborar la Gramática de la lengua española según reza la advertencia con que abrieron el nuevo libro.
El documento resultó tan bueno que no sólo opacó la Gramática de 1931, sino que, a pesar de la advertencia, se convirtió en norma directriz de los diferentes aspectos morfológicos, fonológicos y sintácticos de nuestra lengua y, además, la Comisión de Gramática de la Real Academia se amodorró y dejó pasar otros 27 años sin preocuparse de una nueva gramática. La impresión del documento fue llamado "Primera edición", lo que implicaba subliminalmente que habría, al menos, una segunda edición, de por sí un error; porque según la verdadera intención consistía en que esa “segunda” edición sería  necesariamente la Nueva gramática, como efectivamente lo fue. Hubo sí muchas reimpresiones a partir de la primera en 1973. La que yo poseo es la novena reimpresión de 1983, es decir, casi una reimpresión por año.
En 1999 la Real Academia Española dio un paso importante que haría renovar las intenciones de una nueva gramática para nuestra lengua: en junio de aquel año apareció la Ortografía de la lengua española, Edición revisada por las Academias de la Lengua Española. El paso fue significativo por dos aspectos: el primero fue sacar del Esbozo la Ortografía como obra independiente de la Gramática, y el segundo, recibir el aporte, por primera vez, de las 21 academias correspondientes a la Real Academia Española.
Nuevo paso da la Real Academia Española con la primera edición del Diccionario panhispánico de dudas, fechado en 2005, pero dado al mercado en 2006. Al igual que el Esbozo no es un documento normativo, pero da respuestas a muchas dudas de los usuarios de la lengua. Las entradas del Diccionario fueron escogidas según dos criterios: el temático y el no temático (el de dudas, propiamente dicho). En mi concepto  las entradas temáticas están muy bien desarrolladas y muchos de los temas fueron estudiados con el mismo criterio de la Nueva gramática. Por ejemplo en el libro de Ortografía del 1999 se encuentra el mejor tratamiento de las mayúsculas hasta la fecha de su aparición, fue superado con creces por el Diccionario panhispánico de dudas seis años más tarde.
A la parte de dudas, sin embargo, y sigo en mi concepto, le faltó un criterio unificador pues se da el caso en que una palabra es basada en un criterio que otra similar lo contradice. Para justificar la imitación que hacen muchos de la mayúscula gringa de la palabra internet, por ejemplo, dice el diccionario: "Funciona a modo de nombre propio, por lo que, en el uso mayoritario de todo el ámbito hispánico, se escribe con mayúscula inicial y sin artículo: «Instalarán cabinas públicas con acceso a Internet» (Nacional [Ven.] 10.4.97); «Los adictos a Internet hablan sobre sus ventajas sin fin» (Mundo [Esp.] 26.1.97)»". Eso es erróneo porque un nombre es propio o común, pero no hay en nuestra Gramática un nombre común que “funcione” a modo de nombre propio: En español todos los nombres de los medios de comunicación son nombres comunes y llevan artículo: la radio, la televisión, el teléfono, el telégrafo, el cine, el ferrocarril, la aviación, la navegación, el correo, la prensa, el fax, el teletipo, el transporte, el metro, ¿suficientes?
Llegamos por fin a la Nueva gramática de la lengua española, la mejor obra desde la fecha de nuestro recuento.

Por otro lado viene el Diccionario de la lengua española aumentando sus ediciones en períodos más o menos regulares. Yo lo conozco desde la edición XIX (1973) y han seguido la XX (1984), la XXI (1992) y la XXII (2001).
La última edición fue digitalizada en la internet y comparte página con la primera edición del Diccionario Panhispánico de dudas. Con ellos se abre la página de la Real Academia Española: www,rae.es
Hasta la edición XXII, la Real Academia Española, acostumbraba emitir boletines mensuales en los que llegaban los cambios que iban siendo aprobados y que aparecerían en la próxima edición. Una vez digitalizado el Diccionario esos cambios son inmediatos, pero nunca desorganizados. La edición XXII sigue intacta, si yo voy a buscar una palabra que ha sido considerada en los debates de los académicos y a la que se le han aprobado cambios, tal palabra aparece como está en la edición XXII, pero se le ha agregado un rectángulo rojo en la esquina superior derecha en el que dice: "Artículo enmendado", al clicar ese rectángulo aparece una nueva página titulada como "Articulo enmendado" y subtitulada "Avance de la vigésima tercera edición". Esta nueva página será la que aparezca en la XXXIII edición de la que tienen com fecha probable de aparición el año 2013.
No conozco documentos de la Real Academia Española que anuncien estos cambios, pero sí me he llevado sorpresas cuando abro la página de alguna palabra y le encuentro el enlace al avance. Así fue como me enteré, por ejemplo, de que la Real Academia Española les había dado gusto a los traductores facilistas al aprobarles los bodrios, en mi concepto, bajar de internet, subir a internet y colgar en la página web. Desconocen quienes obraron a favor que las expresiones inglesas down load y up load no tienen en ese idioma el concepto direccional  de arriaba y abajo que si lo tenían nuestro verbos subir y bajar. Ahí les dejo los enlaces correspondientes a manera de ejercicio de lo explicado: bajar, subir, colgar.  Es ésa la razón por la que en mis conferencias, al explicar la conveniencia de consultar el Diccionario con mucha frecuencia, digo que cuando en la calle alguien me pregunta si vaca se escribe con v de vaca o con b de burro, mi respuesta es: “Busquemos un cibercafé para poder responder porque ese tipo de preguntas no me arriesgo a responderlas sin el Diccionario abierto, no se sabe qué pudo haber aprobado esta mañana la Real Academia Española al respecto”. Lo que parece una exageración no lo es tanto pues yo habría quedado muy mal si hubiera seguido respondiendo a lo de subir y bajar como lo hice en la entrevista en Telemedellín, que les enlazo, cuando aún no habían sido aprobados esos significados.
Quedaron establecidos, entonces, los documentos académicos que debemos mantener presentes para mostrar que muchos de los aspectos que van a aparecer en la nueva edición de la Ortografía de la Lengua española ya estaban a nuestra vista, por lo que el tratamiento dado en recientes artículos de prensa confirma el descuido que ellos mismos mantienen de estos temas.
Empecemos:
1. «Si les enseñaron en la escuela que la "ch" y la "ll" eran letras del alfabeto, olviden lo aprendido. Si llamaban "be baja" a la "v", entierren la costumbre».
Miremos las letras c, ch y d, sin ir a los enlaces de artículo enmendado todavía, observemos que corresponden a las letras tercera cuarta y quinta respectivamente.
Ahora miremos los enlaces de avance de la c y de la d. Son las letras tercera y cuarta, la de avanzó un paso y la che fue desclasificada, mas no aparece artículo enmendado que justifique esa desaparición. Debería existir. Al finalizar extenderé algo sobre la desaparición de palabras. Eso está así desde hace días, meses o años, no tuve la precaución de tomar nota del día que me di cuenta de ese cambio y no poseo documento de la Real Academia Española que lo justifique. El remedio tampoco consiste en olvidar parte de lo aprendido, como dice el periodista, pues eso quedará en la historia del idioma, necesaria para explicar a nuestros descendientes lo que a esos usos se refiere.
Repitamos el ejercicio para las letras l, ll y m, la ele avanzó un lugar correspondiente a la desclasificación de la che, mientras que la eme ha avanzado dos lugares correspondientes a las desapariciones de la che y de la elle. Nuevamente no existe explicación de lo que va a apasar con la elle.
Hay otra no mencionada por los periodistas, lo que interpreto como que no aparece en los borradores por ellos conocidos. Se trata de la terna n, ñ, o que después de hacer el ejercicio descubrimos que la ene ha avanzado dos lugares, mientras la o, tres: ha desparecido la eñe. Creo que los académicos aún no saben qué hacer al respecto. Entre las soluciones conocidas una es desaparecer la virgulilla; todo un adefesio porque cómo van a saber los nuevos del idioma cuándo se debe pronunciar como eñe y cuándo como ene; otra, volver al dígrafo gn como en latín, es decir, retroceder. No expongo mi opinión al respecto, sólo queda esperar.
2. «La denominación "be alta o larga" para referirse a la "b" o "be baja" para la "v" se sustituirá obligatoriamente por la nomenclatura "be" para la "b" y "uve" para la "v", algo común en España, pero no América Latina».
Que se llame be larga (o grande) a la b y ve corta (o chiquita) a la v es intrascendental. Se puede quitar de la definición, pero los usuarios las seguirán llamando con esos distintivos, por prácticos, y hasta como las llamo yo: be de burro y ve de vaca. No me imagino cómo podrá ejercer esa obligatoriedad; ¿podría constituirse un CTI idiomático que esté pendiente de cada hispanohablante a ver si se le zafa decir be larga o be de burro?
Es de anotar que en el avance de la vigésima tercera edición ya estaban los nombres de be larga y de ve corta que tendrán que ser modificados Me parece inadecuado el nombre de uve (no uvé como dicen en los colegios) por cuanto estas dos letras dejaron de ser la misma hace muchísimo tiempo. Solamente en las placas de los monumentos públicos se usa escribir la v en vez de la u.
3. «La "w" se denominará "doble uve" y, más sorprendente, la "y" ya no será llamada "i griega", sino "ye"».
A esta letra W, de doble sólo le queda la forma de las dos ves chiquitas pegadas. A ésta si le cabría el nombre de uve pues la usamos en palabras extranjeras, especialmente inglesas y alemanas. Las primeras nos llegan, por lo general, con sonido de u, y las segundas, con sonido de v. Hay quienes llegan hasta la exageración de pronunciar ambos sonidos como en el caso del programa radial deportivo Wéimar lo dice que algunos pronuncian uvéimar (creo que hasta él mismo).
También me parece intrascendental que a la y se le diga ye o y griega, o se le diga la de yuca o la que baja, la i latina, la de iglesia y la elle de luvia o la que sube. Esos nombres van a seguir, aunque la Real Academia los quite de sus definiciones con todo su derecho.
4. «El borrador prevé suprimir las tildes en monosílabos con diptongo, como "truhán" o "guión"».


La primera edición de la Ortografía de la lengua española, trató este punto en el numeral 4.5., página 27. Las palabras monosílabas que llevaban tilde porque antes eran consideradas bisílabas agudas. Esas palabras quedaron de tal manera que quien las considerara monosílabas no las tildara y sí quien las considerara bisílabas. La palabra truhan no quedó en esa lista, pero si aparece con la doble grafía en la edición XXII que salió dos años después de la Ortografía. Miremos cualquier escrito periodístico relacionado con TV, cine, radio o y encontraremos la palabra guion escrita con tilde, pero si hablamos con el periodista que lo escribió lo pronuncia monosílabo. Eso quiere decir que ese señor no está enterado del cambio y han pasado once años y cinco meses. ¿Qué nos garantiza que se enterará ahora?
Según los periodistas que vieron lo borradores, de esas palabras sólo quedarán con la grafía que no lleva tilde. Entonces los escritos anteriores al día de aprobación de la ortografía serán incorrectos si esas palabras aparecen con tilde.
Eso de cambiar la grafía de una palabra y desaparecer la antigua es una maña inadecuada de la Real Academia. Veamos el ejemplo de la palabra conclave (así, sin tilde). La palabra deriva de la expresión latina conclave de pronunciación grave y así pasó a existir en español: conclave. Desconozco cuándo se empezó a pronunciar como palabra esdrújula, pero a todos los conclaves que me han tocado (desde el que eligió a Juan XXIII en 1958) les he escuchado, y he usado la pronunciación esdrújula. En la XXI edición del Diccionario de la lengua española, 1992, aparece la palabra con la doble grafía: conclave y cónclave, es decir, la Real Academia sin dejar la palabra antigua adopta la pronunciación usada por la mayoría de los hispanohablantes. En la XXII edición desaparece la grafía antigua, lo que significa que la Real Academia sólo acepta como correcta la grafía errónea etimológica y morfológicamente. Además de eso todos los escritos que desde el inicio de nuestro idioma hasta el conclave que eligió a Juan Pablo II y hayan sido escritos correctamente, son incorrectos desde el año 2001.
Pondré otro ejemplo en el que se evidencia la falta de criterio unificado de la Real Academia. La palabra icono (sin tilde) tenía un uso casi restringido a las imágenes sagradas en el rito ortodoxo, la grafía era grave, pero la pronunciación acostumbrada era esdrújula. Con el desarrollos sistemas Windows y similares en los computadores se popularizó esta palabra con su pronunciación esdrújula. En la edición XXI, como en el ejemplo precedente, la Real Academia aceptó para esta palabra las dos grafías. En la edición XXII ya no está el criterio unificado porque sigue reconociendo las dos grafías, icono e ícono y aparecen igualmente en el avance de la edición XXIII.
5 «También se elimina la tilde en la conjunción disyuntiva "o" cuando separa números. Así que para escribir "4 ó 5" no hará falta acentuar la vocal».
Desde cuando a mí me enseñaron esta norma me explicaron que se debía al peligro de confusión que hay entre la conjunción o y el numeral 0, con lo que cuatro o cinco se podría convertir en cuatrocientos cinco. Esa confusión podía ocurrir en los manuscritos y en los escritos en máquinas donde no se diferenciaba el guarismo cero de la preposición o. Desde hace 19 años, después de conocer los procesadores de palabras (Word, por ejemplo) y constatar que los teclados producían tipos diferentes comencé a explicar en mis conferencias que desaparecida la causa, desaparecido el efecto, en palabras más folclóricas: muerto el ahijado, acabado el compadrazgo. Por lo tanto, en la escritura en procesadores no se hacía necesaria la presencia de la tilde: 4 o 5 es muy diferente de 405. Pero en lo manuscrito no ha desaparecido la causa y la Real Academia no nos puede obligar a escribir en procesadores siempre. Esperemos a ver cuál sea la redacción de esos borradores.
6 «Las academias también recomiendan suprimir la tilde en "sólo", tal y como se preveía en algunos casos».
Desde 1973 la Real Academia viene aconsejando la inutilidad de esa tilde. Entiéndase bien. Aconsejando, no prohibiendo. Eso no es nuevo: treinta y siete años tiene ese consejo. Pero somos muchos los que no nos dejamos convencer, por ahí leí en estos comentarios que los casos de confusión son escasísimos. Para mí no lo son tanto. Y la inexistencia de la ambigüedad, de que habla la Real Academia Española es objetiva, no subjetiva. Si yo digo, por ejemplo, “Iré solo a San Andrés” no le pongo tilde porque yo sé lo que estoy diciendo y para mí no hay ambigüedad, pero quien me lee puede interpretar que voy solamente a San Andrés, pero que dejaré a Providencia para otra oportunidad o que no llevo compañía en mi viaje a San Andrés. La ambigüedad está en el lector, no en el escritor.
7. «Además, se propone la eliminación de la "q" cuando representa el fonema "k". De esta forma, Iraq se escribiría "Irak" y quórum sería "cuórum"».
En realidad esa q indisciplinada era una incomodidad para los académicos y nos tenían desde hace varios años entre Iraq e irak. Y entre Qatar y Catar. Nos quedaremos, entonces, con la segunda forma de cada una y se debe reformar el Diccionario Panhispánico de dudas.
8. «Además, los prefijos "ex" o "anti" se escribirán unidos a la palabra que preceden. De esta forma, será "exmarido" y no "ex marido", como hasta ahora. Se respetará la separación cuando estos prefijos precedan a dos palabras, como en el caso de "anti pena de muerte" o "pro derechos humanos"».
Salen los académicos de otro encarte que tenían con la partícula ex cuando se le aplica al nombre de un cargo o dignidad para decir que una persona ocupaba ese cargo o dignidad, pero que dejó de ejercerlo. Ex presidente, ex alumno. La Academia siempre la quiso separada del nombre del nombre del cargo. Antes de la vigésima edición la definía como una partícula de origen latino, en la vigésima la definió como preposición latina; en la vigésima primera, como preposición, con lo que quedaba en la lista de preposiciones, y en la vigésima segunda, como adjetivo, ¡Qué cambiazo! Ese cambio fue visto como la insistencia de que la quería separada de del nombre del cargo o dignidad. Sin embargo, autoridades idiomáticas, entre ellas el profesor Ciro Alfonso Lobo-Serna de la Universidad Sergio Arboleda de Bogotá, sostenían que no había tal preposición ni adjetivo, porque se trataba de un elemento del mismo valor gramatical que los prefijos, vice- o sub-. Siempre la use separada por disciplina, pero no dejaba de reconocer que a los seguidores de la teoría del prefijo les acompañaba la lógica: exministro, viceministro, subgerente. Esperare la aparición de la norma, si es obligatorio el paso a prefijo, acataré sumiso. Si es sólo recomendación me quedaré en adjetivo.
El prefijo anti- como preposición recomendada lo veo feo, y puede ser reemplazado por “en contra de”: en contra de la pena de muerte.
Por último la preposición pro, me gusta más así solita, separada esté ante una o más palabra: Bazar pro templo.
Éstos son los cambios que alcanzaron a ver los periodistas, es posible que haya más. De ellos nos ocuparemos más detenidamente, una vez salga al mercado la segunda edición de la Ortografía de la lengua española. Analizaremos los pros y los contras de cada modificación.
Y a usted, amable lector, que fue capaz de llegar hasta aquí, le regalo en archivo pdf  la primera edición de Ortografía de la lengua española, puede ser para que la guarde de recuerdo.

 

2 comentarios:

Buena letra dijo...

¿Cuál es la razón, amigo Gabriel, para que hayas omitido hacer tus valiosos comentarios acerca de la supresión de la tilde en los demostrativos, y en relación con el nombre de la zeta?:

* Se suprime la tilde en los demostrativos. No se podrá escribir ése, éste, aquél ni sus femeninos y plurales. No obstante, en caso de "rarísima" ambigüedad, no se considerará error poner la tilde.

* La zeta se escribrá "ceta".
Aunque a esta letra la Academia la llamaba zeda (1), zeta (2), ceda (3) y ceta (4), ahora prefirió la última de sus preferencias (¡!).

Buena letra dijo...

¿Cuál es la razón, amigo Gabriel, para que hayas omitido hacer tus valiosos comentarios acerca de la supresión de la tilde en los demostrativos, y en relación con el nombre de la zeta?

* Se suprime la tilde en los demostrativos. No se podrá escribir ése, éste, aquél ni sus femeninos y plurales. No obstante, en caso de "rarísima" ambigüedad, no se considerará error poner la tilde.

* La zeta se escribirá "ceta".
Aunque a esta letra la Academia la llamaba zeda (1), zeta (2), ceda (3) y ceta (4), ahora se inclina por recomendar la última de sus preferencias (¡!).