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miércoles, 30 de junio de 2010

Vista de lince 104

De primera
Comenzamos hoy otra sección de Vista de lince (ya son muchas y todas guardadas en mi memoria, me voy a enloquecer, ya tengo el cerebro como una hemeroteca).
En esta pondré errores que aparecen en primera página de medios escritos y en páginas de inicio de las webs. Recibo colaboraciones de periódicos foráneos en español.
Hoy inicio con la primera página del diario El Colombiano de Medellín (hecho en Envigado), del 28 de junio pasado, el día siguiente a a las elecciones presidenciales colombianas.


Esa frase no dice nada porque le falta el verbo, pero si se pone algún verbo tal como Santos es el presidente, Santos quedó de presidente o similares, se corre el riesgo de que no quepa en la página u obligue a disminuir el tamaño de la letra, lo que le hace perder elegancia y espectacularidad.
Para ese caso la Gramática, tan querida de nosotros, y que llevamos seis meses estrenado la Gramática de Medellín, que muchos no la conocen ni por el forro, nos proporciona un artificio sencillo cono lo que la oración queda completa
Santos, presidente.
Esa coma reemplaza cualquier verbo que al lector se le ocurra para que la oración quede completa y con el sentido que le dio el titulador.


Esta frase tampoco dice nada, pero no ya por falta de verbo sino por otra coma que se llama coma del vocativo.
El vocativo es la expresión que se usa para dirigirse a otra persona, o cosa personificada: Pedro, ven acá; Este blog, estimados lectores, es una obra de consulta para sus dudas idiomáticas; ¡Gracias, Colombia!
Por los tres ejemplos se ve que el vocativo puede iniciar oración, puede estar intercalado en el medio y puede finalizar la oración. En el primer caso precede a una coma; en el segundo, está intercalado entre comas, y en el último, está precedido de una coma. Esas comas son las comas del vocativo.
¡Gracias, estimados lectores, por estar ahí al frente leyendo estas notas!

Seguridad industrial
Me encontraba en la esquina nororiental de la plaza principal de Envigado cuando alcanzo a ver dos trabajadores que se disponían a hacer un trabajo en un poste donde hay una cámara de vigilancia.

¿?


En esta foto pueden ver, estimados lectores, que el joven está anudando unos pasadores a la manila para que el que ya subió las ice desde arriba.
Preguntas:
¿Dónde está el cerco de seguridad para que los transeúntes no se acerquen al sitio de trabajo? En el lugar se ven dos corrillos de conversadores (no de coservadores) y un puesto de venta de frutas.
¿Dónde está el casco de seguridad que el joven trabajador debería tener en la cabeza? El que subió, como puede verse en otra de las fotos, tampoco lo tiene y tuvo que pasar un elemento antiescalatorio compuesto por varillas punzantes que pudieron abrirle un hueco considerable en la cabeza.
Momentos antes, me había acercado al joven del suelo que se había alejado del sitio para comer una fruta ny tuve con él este diálogo.
–Joven, ¿cómo hacen ustedes para que una cosa que les cae de arriba no les haga daño en la cabeza?
–Ah, no nos caen.
–Yo llevo 39 años de ingeniero en trabajos similares y no he podido hacer que las cosas que se les resbalan a los de arriba permanezcan suspendidas en el aire sin caer, como cuentan que fue uno de los milagros del padre Marianito en vida cuando una niña cayó de un segundo piso. ¿Me enseña?
–Nosotros procuramos que no nos caigan.
–Ah, procurar no es impedir. Entonces, cuando falla la procura usted demanda al patrón por no haberle dado casco.
–No. Él sí nos da, pero nosotros lo dejamos guardado.
–Ah. El patrón hizo un gasto inoficioso y está en peligro de tener que hacer otro más grave, porque abogado es abogado. Muchas gracias, joven, no le digo que nos veamos cuando usted tenga mi edad porque yo no podré cumplir la cita. Pueda ser que usted sí.
Dos de tildes


Esta foto la tomé en el vestíbulo de la institución educativa que lleva el nombre que se ve en el mural. En el mismo edificio funciona la Secretaría de Educación Municipal de Envigado. Por el sitio pasan diariamente rectores, profesores de español, alumnos, diplomas que trabajan en la Secretaría, el secretario de Educación Municipal de Envigado (¿cuántos desde cuando pusieron ese mural?) y algunas veces el Alcalde. A ninguna de los miles de personas acabadas de mencionar se le ha ocurrido borrarle la tilde a la palabra quien que no la lleva y ponérsela a la inflexión verbal se del verbo saber, . Educadores, pilas.


Hace unos meses entré a este almacén y le pregunté a la dependienta que allí estaba acerca dl nombre del negocio.
–Alpié –fue su respuesta– ¿No vio el aviso tan grande?
–Sí, señorita, sí lo vi, pero no estaba muy seguro y usted me acaba de decir Alpié, pero allá dice Alpie.

2 comentarios:

Óscar Gil "Ogil" dijo...

Hace unos meses entré a este almacén y le pregunté a la dependienta que allí estaba acerca del nombre del negocio.

—Alpié –fue su respuesta– ¿No vio el aviso tan grande?

—Sí, señorita, sí lo vi, pero no estaba muy seguro, y usted me acaba de decir alpié, pero allá dice alpie.

En el aviso no hay error. El amigo de Medellín –por mamar gallo– le preguntó a la vendedora para burlarse de su pronuciación. El aviso dice alpie (con acento que no se marca, el prosódico , en la letra ‘a’).

El término Alpié no existe. En gracia de discusión, si existiera sí exigiría la tilde.

Pero, la verdad es que –por tratarse de la industria del calzado– ese almacén o fábrica debiera llamarse Al pie.

Nombre muy simple por cierto; pero, de visita en Bogotá acabo de ver tres negocios:

1. La panadería (¿Adivina qué venden ahí?).

2. La colchonería (¿Tampoco adivinas?).

3. El vestido (¿Te rindes?).

¡Qué falta de creatividad y de imaginación...!

"Ogil"

Los Gavirias de Sopetrán dijo...

En total desacuerdo, estimado Óscar, en que el negocio "debería" llamarse Al pie por dos razones: La primera, porque cada quien le pone nombre a su negocio como bien le plazca y si el señor de Alpié quiso su nombre en una sola palabra dbe respetársele esa decisión. El aeropuerto de Bogotá y su avenida de acceso se llaman Eldorado, un nombre mucho más difícil de concebir en una sola palabra. ¿Por qué se llaman así? Porque a alguien le dio la gana. Lo que sí debe hacer el dueño de Alpié es tildar su nombre según las normas morfológicas y una de ellas establece que las palabras compuestas se acentúan en el último componente, por lo que Alpié es palabra aguda terminada en vocal y por tanto tildada. Comprueba la existencia natural de esta norma el hecho de que los empleados pronuncian Alpié aunque en los avisos no vaya la tilde. La segunda, si un vecino decide poner una competencia y llamarla Al Pie, está en su derecho, mientras el otro no lo demande, pero debe conservar la mayúscula en la segunda palabra, por eso los negocios que viste en Bogotá están mal escritos porque deben ser La Panadería, La Colchonería y El Vestido respectivamente.