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miércoles, 28 de julio de 2010

La columna de Angelita

Mundo moderno
Retocando el pasado
En una de las imágenes históricas más reconocidas del siglo pasado, Winston Churchill hace una “V” como símbolo de victoria. La fotografía fue tomada en 1948 durante la inauguración de unas instalaciones militares. Hasta ahí todo bien. El problema –para algunos- es que tenía un cigarro en la boca, y ese cigarro es hoy tema de debate porque ha sido removido de manera digital. La reproducción de la fotografía que se colgó en la entrada principal de un museo londinense dedicado a la celebración del líder británico, fue ‘libre de humo’.
Por supuesto que no es la primera vez que una imagen ha sido alterada. Antes de que existiera el PhotoShop, el lienzo de Masaccio de 1425 “La expulsión de Adán y Eva del Paraíso” fue alterado para cubrir las áreas genitales de los pecadores con hojas de parra; en Colombia mandamos a ‘blanquiar’ el retrato del presidente Juan José Nieto; y hace poco la revista Paris Match le hizo la ‘lipo’ digital al presidente Sarkozy. ¿Y el cigarro de Churchill? No voy a defender los cigarrillos, aunque defiendo el derecho que tiene todo el mundo de meterse uno en la boca –ojalá lejos de mí– pero eliminarlos digitalmente del pasado no va a cambiar su existencia en el presente y menos alterando una imagen tan reconocida de un hombre que no sólo fumó sino que bebió y comió en exceso y aún así vivió hasta los 91 años y fue no sólo un estratega militar notable y un primer ministro memorable, sino que además ganó el Premio Nobel de Literatura. Es decir, no es precisamente la imagen del adicto prematuramente envejecido a los 40 que todos quieren que asociemos con el cigarrillo.
Pero el tema, para mí, va más allá del cigarrillo. Es la intención de darle toques mágicos al pasado para dejarlo más presentable para el presente, como cuando ponen una cinta negra digital para tapar los senos de las actrices en las películas o doblan las groserías cuando las pasan por canales ‘respetables’. ¿A quién creen que engañan?
Admito que la idea es tentadora. Yo también quisiera borrar algunas cosas de mi pasado. Es más, les confieso que hace poco me borré las estrías de mi barriguita de embarazada. La verdad es que no he querido abrir esa caja de Pandora de la edición fotográfica porque entonces editaría mis braquets, el copete alf, las hombreras, algunos novios… y dejaría de ser mi historia, mi pasado. Con errores y todo.
Porque ese es el meollo del asunto. Bien sea por medio de drogas que borran recuerdos dolorosos (ya se ha desarrollado) o usando el viejo truco de recortar y sacar a la gente que no queremos de las fotos hasta la más sofisticada maña de alterar por medios digitales, la raíz del problema es el mismo, no podemos cambiar el pasado, y no debemos hacerlo, ni para evitarnos vergüenza ni para aleccionar a las nuevas generaciones, por una razón muy sencilla: no podemos aprender de nuestros errores si los borramos

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