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domingo, 21 de octubre de 2012

La Columna de Angelita

Certifico que la Columna de Angelita es una de las secciones que mas gustan a los lectores de este blog. Certifico que Angelita no ha perdido la coloca en este blog, sólo que yo lo tenía muyabandonado, pero son tan fieles los lectores que en vez de disminuir el número de visitas ha aumentado. Yo debo corresponder a esas manifestaciones y prometo no volver a abandonarlos. Esta semana, y no es secreto, cumple años Angelita. Más concretamente el jueves los que quieran felicitarla lo pueden hacer como comentario a esta entrada.
 
 

La muerte de la foto bonita

by Angela Alvarez Velez




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Todos los de mi generación y muchos de las anteriores tenemos la «foto bonita», también conocida como La Foto (la mayúscula es importante). Normalmente tenemos una por etapa; La Foto de cuando éramos niños, La Foto de la adolescencia y La Foto de la adultez temprana.
 
Generalmente se trata de fotos tomadas durante eventos tipo grados, fiesta de Quince o bodas, propias o ajenas y tener La Foto nos ayuda a superar la fealdad de la foto de la cédula o la del pase, a no caer en una depresión profunda luego de que uno sale de un tomadero de fotos de esos del centro, cosa que ocurre cuando uno va por la calle, se acuerda de la bendita foto que no se ha tomado para la vuelta esa que no ha hecho, entra a las carreras, se medio arregla frente al espejo diminuto y después se queja porque salio brillante la frente o porque se le ve la papada. Uno mira la foto y suspira porque ¡ay, cómo salí de fea! Pero no importa porque en la casa tengo La Foto.
 
Pero La Foto está al borde de la extinción.
 Hoy en día, la mayoría de las fotos son tomadas con el celular o la WebCam. Ahora, como fotógrafa quiero decirles que NADIE sale bonita en fotos tomadas con el celular, sobre todo porque como es una foto espontánea la gente opta por posar de manera ridícula para tratar de hacer que sus experiencias cotidianas parezcan cosas extraordinarias.
 Porque de eso se trata la fotografía hoy, de hacer que las cosas que hacemos todos los días parezcan lo más fabuloso del mundo. Uno le pide al mesero que le tome una foto con los amigos en un bar cualquiera porque un vez la foto aparezca en Facebook ya no será una noche cualquiera en un bar ordinario sino que será la evidencia gráfica de una velada inigualable en donde capturamos la esencia de ser jóvenes y joviales. Así que ¿qué importa que se vea el pelo grasoso? Una cena mundana se convierte en una experiencia única, en un momento irrepetible que es indispensable capturar e inmortalizar y en la medida en que capturamos todo, inmortalizamos todo, todo lo volvemos especial y entonces, de repente, nada lo es. Cuando todo es fotografiable, ninguna foto se vuelve preciosa. Tenemos miles de fotos como esa. Ninguna es La Foto.
¿Y qué? Dirán algunos. La democratización de la foto nos conviene a todos, todos podemos retratarnos y tener recuerdos y compartirlos con quienes quieren sentir que estuvieron ahí (y a veces, con quienes no quieren también). Gracias a Instagram y PhotoShop podemos editar la imagen para que supere la realidad y la foto de la noche romántica sea más romántica que la noche de la foto. Porque, claro, lo importante es que todos en Facebook sepan que estuve en ese restaurante, no haber estado allí.
 Suspiro. No sé si será la fecha que se acerca en el calendario (cumplo años este mes, por si no entendieron la indirecta) la que me produjo esta nostalgia pero estoy que alquilo un vestido de mangas bombachas y me repito La Foto de los quince.
 
 
 

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