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domingo, 24 de junio de 2018

O tempora, o mores


O tempora, o mores

«Ahí está incluido ese recorrido por la calle Junín, conocido como juniniar». Piedefoto de El Colombiano.

Juniniando en la década del 60
Con autoridad etaria considero imposible que periodistas en ejercicio hoy hayan tenido la edad requerida para haber juniniado en toda la extensión de la palabra. Juniniar no era, como se cree hoy, atravesar Junín, desde la avenida La Playa hasta el parque de Bolivar. Juniniar era un rito que se observaba cualquier día de la semana, pero con intensidad mayor los viernes. Desde las cuatro de la tarde hasta las siete de la noche íbamos llegando los personajes, en edades entre dieciocho y veinticinco años, a la carrera (que no calle) Junín. El junineo era diferente para cada sexo: los varones formábamos grupos de amigos que nos especializábamos en observar las señoritas que pasaban en grupitos de dos o tres sin detenerse; ellas, sólo los viernes. Sus argumentos eran pagar los clubes (cuotas semanales en los almacenes). Si alguna de ellas alcanzaba a ver a su novio en uno de los grupos masculinos, se convertía en una grúa pues se lo llevaba y hasta ahí le llegaba el junineo al hombre, no fui la excepción. Se complementaba el espectáculo con cuatro personajes infaltables: María, pedía limosna y hacía maldades pagadas; la Piragua se arrimaba a los grupos, pedía limosna mientras cantaba La piragua, de ella se decía que con el dinero sostenía a una hija en la Universidad de Antioquia; el Bobo de la Cobija entraba a la iglesia de la Veracruz los domingos y se aprendía la homilía del sacerdote para repetirla diariamente en Junín (no había homilias en semana) y Radio Cristal repetía los discos y comerciales de la emisora tocaya con el ruido de fondo que se les escuchaba a los discos.

En otras ciudades (si me equivoco me corrigen, por favor) se observaba el mismo rito: en Bogotá era el septimazo. En Calí la Sexta y en Bararanquilla el Paseo Bolívar; sin que estas dos tuvieran nombre especial.

No me critiquen, por favor, mi piedefoto, porque si en el Diccionario existe «piedemonte» no hay razón para la inexistencia de «piedefoto».

gazapera@gmail.com

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