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martes, 26 de mayo de 2009

La columna de Angelita

Mundo moderno

Divagaciones de una mente inquieta en un cuerpo quieto

Recuerdo la dicha que sentí las veces que logré engañar a mi mamá y hacerle creer que estaba demasiado enferma para ir al colegio para que me dejara quedar en la cama viendo tele todo el día y mi abuelita me llevara Ginger en vaso largo con pitillo, paleta de limón y arroz con leche (comidas sumamente medicinales, como bien es sabido). Pero ahora, si quiero Ginger, tengo que ir por ella y así no sabe igual. Nadie me contempla, nadie viene a tocarme la frente a ver si tengo fiebre ni me cantan, ni me soban la barriguita si me duele… estar enfermo de adulto apesta.

Estoy más aburrida que un orangután en un bonsái. Estoy peligrosamente harta.

No uso la palabra ‘peligrosamente’ con ligereza. Todo lo que venden por canal de televentas me parece útil y bonito. Me parece que mi vida sólo será completa si tengo todos los aparatos para hacer ejercicio, toda la colección de payasos en porcelanicrom, los zarcillos con diamantoides y la bufanda que se convierte en camiseta strapless o falda entubada con gran facilidad, que podría lucir gracias a las inocuas píldoras Nofat y estilizando mi cabello con el gel Peloflat. Antes de sucumbir y comprarme una pulidora industrial de piedras semipreciosas y la colección completa de discos compactos “Rancheras Feministas”, cambio el canal.

Definitivamente esta no es la solución. Veo una noticia sobre la gripa porcina, pienso que podría aprovechar el tiempo libre para escribir un libreto sobre un comando especial del Ejército que se contagia con una cepa mutante del virus que les da poderes especiales como la capacidad de producir un olor a chicarrón paralizante. El grupo elite usa sus poderes porcinos para combatir el crimen y la serie se llamaría Porky Power. Este camino sólo puede conducir a un lugar humillante.

Apago la tele y me enchufo a mi MP3, pero cada canción viene con un video de cómo la cantaría si me eligieran para American Idol. Me imagino los comentarios de los jueces, fantaseo sobre amoríos con los demás participantes y de vez en cuando me pillo cantando en voz alta y moviendo los hombros como roquera de los ochenta, deseando fervorosamente no haber regalado mi chaqueta de cuero de cremalleras y soñando con tener iluminaciones fucsia.

Me refugio en la lectura, mi amiga infalible, pero en lugar de hallar consuelo me encuentro a mí misma pensando cómo podría mejorar un poco las historias clásicas. Romeo y Julieta continúan su idilio como fantasmas juguetones, La Cenicienta usa la manzana envenenada para desarrollar un nuevo anestésico y se convierte en cirujana de los enanitos y… el diagnóstico es evidente. He empezado a exhibir los síntomas clásicos de la ageustia (pérdida del sentido del gusto, aunque en mi caso no tiene nada que ver con el sabor). Rueguen por que me mejore antes de que me dé por empezar una nueva religión.

Ángela Álvarez Vélez

angela_alvarez_v@yahoo.com

3 comentarios:

JuanAgudelo dijo...

Buenos días,

Siempre busco La Columna de Angelita en su fuente original, para poder tener el placer de leerla antes de que llegue aquí, pero no he podido encontrarla.

Esta vez quería hacerle un comentario trivial: No es la Cenicienta sino Blanca Nieves la que tiene oportunidad de experimentar con manzanas envenenadas y enanitos...

Por lo demás, siempre disfruto las columnas.

Saludos,

Juan Agudelo

Los Gavirias de Sopetrán dijo...

La columnista Ángela me envía su columna unos días antes de que aparezca en el diario La Tarde de Pereira; yo dejo pasar una semana para que no coincida con la del diario pereirano porque aunque mis lectores son mucho menos que los suyos, me parece inelegante la simultaneidad.

En cuanto a la equivocación de la Cenicienta por Balncanieves, no es un error tan trivial, sería casi como decir que el presidente de Venezuela es Evo Morales. Es más común de lo que se cree y algunos hacen una mescolanza de personajes impresionante.

Y los mismos autores de esos cuentos tienen sus gazapos predilectos. Por ejempolo, en la tira de Olafo aparece de vez en cuando un encuentro ded éste con Atila, rey de los hunos, cuando entre éste y los viquingos hay cinco o seis siglos de diferencia. En la del Fantasma, es común que al principiar una nueva aventura cuenten la historia resumida del primer Fantasmaa y dicen que vino con Colón en el viaje del descubrimiento. Muestran al joven Walker en la cubierta de un barco de aquellos mirando por un catalejo al descubrir la tierra americana. El catalejo fue usado por primera vez siglo y cuarto después por Galileo. Algún día apareceran en el blog esos dos gazapos que son recurrentes. A pesar de que yo leo la columna y cambio lo que me parece que tiene defecto, éste de la Cenicienta haciéndole un reemplazo a Blancanieves se me pasó.

Felipe Chávez G. dijo...

Esta muchacha cada día afina mas su letra.
Que placer leerla.