Mundo moderno
Curso de simpatía
Hace muchos años cierto presidente —cuyo nombre evitaré— hizo en un discurso un chiste en el que hablaba de un pereirano dueño de una casa de geishas. El comentario enfureció a mucha gente, pero mi mamá simplemente anotó “Si hubiera querido un presidente chistoso, habría votado por Montecristo”.
Traigo a colación esta anécdota porque Japón, país en donde la política atraviesa un momento nada jocoso, está tratando de ponerle humor a la burocracia. Lo digo literalmente. El Ministerio de Transporte de ese país les ofreció a cien de sus trabajadores un curso con comediantes profesionales como parte de un programa que pretende mejorar sus destrezas comunicativas. La idea es que entrenamiento como comediantes stand-up les proporcione herramientas que les permita comunicarse con los clientes y entre sí de manera más efectiva porque les ayuda a pensar más rápidamente y a tomar las cosas con calma -aparte de mejorar la imagen que la gente tiene de los burócratas.
Burocracia chistosa. Bueno, no sé si este producto pegue tanto como el sushi, pero démosle el beneficio de la duda a los japoneses. ¿Podrá un poco de humor cambiar nuestra percepción sobre el Gobierno? Meditemos sobre ello un poco.
Pensemos, por ejemplo, en que recibimos una carta de la DIAN que lleva el encabezado “¿Quiere saber qué hicimos con su plata? La mitad la invertimos en viejas y en trago; la otra mitad, la malgastamos.” ¿Pagaría usted su predial con una sonrisa? O en vez del IVA tuviéramos el EGOC: El Gobierno es el Otro Comensal.
Los fondos de inversión privada podría incluir boletines en sus extractos trimestrales en donde compartan noticias como “El rendimiento de su inversión bajó en un 30%, y en otras noticias que no tienen nada que ver con este fenómeno, nuestro Centro Vacacional ahora cuenta con cancha de squash”.
Para ser más creativos, se podría apelar a la ironía con un el uso de signos de puntuación bien ubicados como “Seguro” Social o In-vías.
O qué tal si de ahora en adelante al Ministerio de Educación le da por incluir el texto “¡Bienvenido al desempleo!” en todos los diplomas. Y qué pasaría si en la cuenta del teléfono, en lugar de decir ‘aporte voluntario’ dijera ‘Fondo para el Viaje de las Secretarias a San Andrés’.
Esto podría servir. A ver… qué tal si el presidente se dirigiera a los colombianos como “Es-timados cojodidos” y el Ministro de Hacienda entregara su balance en una carpeta que tuviera una portada decorada con las palabras “Cuentos de hadas para funcionarios”. Se podría cambiar el logo de la Cancillería por el de las camisas Lacoste, porque ahí son lagartos, pero finos. Y podríamos poner el Ministerio de 0,5 Ambiente.
No me convence. Tal vez funcione para los japoneses, pero yo sigo estando con mi mamá. El humor y la política sólo se deberían mezclar en las columnas de opinión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario