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martes, 26 de mayo de 2009

Undécimo cumplemeses

Antier cumplió El Blog de Don Abel el úndecimo mes de existencia, por tal motivo nos reuniremos hoy algunos gomosos del blog en el Centro Comercial Oviedo de Medellín en la Palaza de Comidas ( la de abajo, la de los pobres) al frernte de Pollos Pinky. Arrime sin pena y traiga pa la vaca.
Hora de encuentro antecitos de las 6:00 p. m.
El mes entrante apagaremos una velita.
Don Abel

La columna de Angelita

Mundo moderno

Divagaciones de una mente inquieta en un cuerpo quieto

Recuerdo la dicha que sentí las veces que logré engañar a mi mamá y hacerle creer que estaba demasiado enferma para ir al colegio para que me dejara quedar en la cama viendo tele todo el día y mi abuelita me llevara Ginger en vaso largo con pitillo, paleta de limón y arroz con leche (comidas sumamente medicinales, como bien es sabido). Pero ahora, si quiero Ginger, tengo que ir por ella y así no sabe igual. Nadie me contempla, nadie viene a tocarme la frente a ver si tengo fiebre ni me cantan, ni me soban la barriguita si me duele… estar enfermo de adulto apesta.

Estoy más aburrida que un orangután en un bonsái. Estoy peligrosamente harta.

No uso la palabra ‘peligrosamente’ con ligereza. Todo lo que venden por canal de televentas me parece útil y bonito. Me parece que mi vida sólo será completa si tengo todos los aparatos para hacer ejercicio, toda la colección de payasos en porcelanicrom, los zarcillos con diamantoides y la bufanda que se convierte en camiseta strapless o falda entubada con gran facilidad, que podría lucir gracias a las inocuas píldoras Nofat y estilizando mi cabello con el gel Peloflat. Antes de sucumbir y comprarme una pulidora industrial de piedras semipreciosas y la colección completa de discos compactos “Rancheras Feministas”, cambio el canal.

Definitivamente esta no es la solución. Veo una noticia sobre la gripa porcina, pienso que podría aprovechar el tiempo libre para escribir un libreto sobre un comando especial del Ejército que se contagia con una cepa mutante del virus que les da poderes especiales como la capacidad de producir un olor a chicarrón paralizante. El grupo elite usa sus poderes porcinos para combatir el crimen y la serie se llamaría Porky Power. Este camino sólo puede conducir a un lugar humillante.

Apago la tele y me enchufo a mi MP3, pero cada canción viene con un video de cómo la cantaría si me eligieran para American Idol. Me imagino los comentarios de los jueces, fantaseo sobre amoríos con los demás participantes y de vez en cuando me pillo cantando en voz alta y moviendo los hombros como roquera de los ochenta, deseando fervorosamente no haber regalado mi chaqueta de cuero de cremalleras y soñando con tener iluminaciones fucsia.

Me refugio en la lectura, mi amiga infalible, pero en lugar de hallar consuelo me encuentro a mí misma pensando cómo podría mejorar un poco las historias clásicas. Romeo y Julieta continúan su idilio como fantasmas juguetones, La Cenicienta usa la manzana envenenada para desarrollar un nuevo anestésico y se convierte en cirujana de los enanitos y… el diagnóstico es evidente. He empezado a exhibir los síntomas clásicos de la ageustia (pérdida del sentido del gusto, aunque en mi caso no tiene nada que ver con el sabor). Rueguen por que me mejore antes de que me dé por empezar una nueva religión.

Ángela Álvarez Vélez

angela_alvarez_v@yahoo.com

sábado, 23 de mayo de 2009

El lince matemático 8

El pensamiento lógico

Muchas veces me he quejado de que la falta de esfuerzo mental de hoy en día está acabando con el procesamiento de la lógica en las personas.

Cuántas veces llegamos a un almacén y preguntamos el precio de un artículo.

—7.800 pesos.

—Y aquel otro.

—3.600 pesos.

—Empáquemelos, por favor.

El dependiente saca del bolsillo de la camisa una calculadora, hace la suma y anota en un papelito la cantidad 11.400 y nos ordena ir a cancelar en la caja.

Aunque no es el tema, intercalé el verbo cancelar que es el usado en mi país para decir pagar. No sé a qué menosprecio se hizo merecedor el verbo pagar que está siendo relegado a la papelera de reciclaje como el verbo poner. Pagar y cancelar no son sinónimos.

Retomando el proceso lógico, qué interesante sería calcular el tiempo perdido en el año por estos dependientes que no saben llegar a la cantidad 11.400 si no son ayudados por una calculadora.

Una vez salí de un cibercafé y pregunté a la dependiente cuánto debía. Era el último cliente y la joven se había dedicado a organizar las cosas con el fin de no demorar el cierre del negocio después de mi salida.

Me dijo que 2.000 pesos. Saqué un billete de 10.000 pesos. Ella abrió su bolso y sacó el llavero, abrió el cajón. Hasta allí todo iba según la lógica: sacaría las vueltas del cajón. ¡No! Sacó una calculadora y tecleó “10000-2000”, miró el resultado, guardó la calculadora, cerró el cajón, abrió el bolso, guardó el billete de 10.000 y sacó 8.000 pesos en tres billetes (¿tendré que decir las denominaciones?), guardó las llaves, mientras yo la miraba incrédulo tratando de ver por dónde le habían metido el aserrín a esa barby.

Hoy salí de Misa de la iglesia de Santa Gertrudis en Envigado a las 7:00 p. m. y empecé a caminar hacia el Oriente por la calle 37 Sur, camino de mi casa, Al llegar a la carrera 40 hay una venta de arepas de queso y de chócolo. Me antojé de una y le pedí al joven que estaba atendiendo me la suministrara.

Mientras el joven terminaba de asar las arepas observé lo que me rodeaba y vi que en los extremos del mostrador había sendos pares de avisos según muestro en las fotografías.


Cuando el joven me entregó la arepa le hice esta observación:

—Oiga, joven, este aviso de la derecha sobra. Quién va a querer seis arepas por 3.000 pesos, si nueve por 3.600 pesos son más baratas.

—Señor —me dijo— mucha gente que arrima aquí no sabe pensar: nosotros hacemos paquetes de seis arepas y de nueve. Alguien viene y pregunta por tres paquetes de seis arepas (9.000 pesos), si uno les dice que lleven dos de nueve, las mismas 18 por 7.200 pesos, algunos dicen: “Ve, no había caído en la cuenta”; pero otros se enojan y dicen “No me enrede que ya le pedí tres paquetes de seis y eso es lo que quiero llevar”.

—¿Cómo…?

—Pero hay otra más grave.

—A ver, cuente.

—De pronto arrima alguien y pregunta cuánto vale una arepa menudiada (en Colombia el verbo menudiar significa vender por unidades lo que viene en paquetes) cuando se le dice que 800 pesos y pide cuatro, uno le dice que lleve el paquete de seis que vale 3.000 contra los 3.200 que valen las cuatro menudiadas. Nuevamente algunos aceptan no haber caído en la cuenta. Otros dicen no necesitar sino cuatro. Pero, señor, si no necesita sino cuatro, de todas maneras le salen más baratas. Las otras dos las puede botar, dárselas a los pájaros, a un pobre o esperar a ver si quedó con ganas después de las cuatro.

—Definitivamente, tú y yo estamos locos, Lucas.

A pesar de la amabilidad y de la aptitud lógica del joven dependiente, no puedo pasar por alto la falta de las tildes en Promoción y en chócolo en ambos avisos.

martes, 19 de mayo de 2009

Vista de lince 70 A

Se trata de un documento que anda circulando desde hace dos años, acerca del uso del lenguje incluyente o equidad de género por parte de la Alcaldía de Medellín en el período pasado.
Por favor, doña Lucrecia, no más equidad de sexo en el idioma

Presento un análisis de la columna que la señora alcaldesa de Medellín, doctora Lucrecia Ramírez Restrepo, publicó en El Colombiano del 23 de diciembre del año pasado.

La finalidad de este análisis es alertar a todas aquellas personas que se están dejando embaucar en la tal equidad de género de lo difícil que es mantener esa idea a lo largo de todo un escrito. Que este análisis les muestre la cantidad tan exagerada de inconsistencias en que incurren al tratar de dañar alevosamente el idioma de Cervantes. Trataré de seguir uno o dos órdenes lógicos.

1. Los impulsores de la tal equidad entienden cuando se les habla bien. Muy cerca del inicio del primer párrafo dice la alcaldesa: “...para conseguir donaciones necesarias que garantizaran un número suficiente de jugueticos, carritos y muñequitas, me decían, ‘para regalarles a los niños pobres de Medellín’ y me aclaraban, ‘los de las comunas’”.

Como vemos claramente, doña Lucrecia no necesitó pedir aclaraciones sobre cómo les iría a salir a algunos niños con muñequitas pues no le habían mencionado las niñas ni le habían aclarado que se trataba “de los y de las comunas”. No, ella entendió perfectamente que los carritos y las muñequitas se entregarían según el sexo del niño y que allí niños generalizaba a unos y a otras. Hago notar el pronombre les bien escrito porque generalmente la gente dice erróneamente: “para regalarle a los niños”.

2. Los usuarios de la tal equidad de género se olvidan muchas veces de las preposiciones, de los artículos, de los adjetivos y de los pronombres.

a).
“...encargarse de conseguir los regalitos que se distribuían en un acto público a los niños y las niñas”.

No, doña Lucrecia, no les niegue a las niñas la preposición a, las puede traumatizar. “A los niños y a las niñas”. Advierto que lo segundo no es necesario. “se distribuían en acto público a los niños” queda entendido.

b). “porque con seguridad, era el único que su hijo o hija podía recibir en estos días…”

Tampoco les niegue el posesivo su a las damitas: era: “porque con seguridad, sería el único que su hijo o su hija recibiría en estos días…”

c). “todos los niños y las niñas”

El caso de los adjetivos merece numeral aparte porque es una evidencia de la contradicción del lenguaje equitativo, pues se está calificando en masculino a ambos géneros. El equitativo sería: “todos niños y todas las niñas”.

d). “que los niños y las niñas no sean distinguidos por el estrato”.

Lo mismo que el anterior el adjetivo “distinguidos” califica en masculino a ambos géneros. En lenguaje equitativo sería: “que los niños no sean distinguidos ni las niñas distinguidas por el estrato”.

e). “los convocamos y los cuidamos porque son niños y niñas”

Otro pronombre olvidado dos veces: “los convocamos y las convocamos, y los cuidamos y las cuidamos porque son niños y niñas” ¡Qué cansancio!

f). “Mis lectores y lectoras”

Mis lectores y mis lectoras.

3. Ésta es la primera vez que encontramos la repetición de niños y niñas. Observemos que el masculino está de primero y se conserva de primero en las nueve o diez veces restantes que usa la doctora tal repetición. No hay completa equidad porque al mencionar el género masculino de primero se nota la superioridad masculina en el subconsciente de la autora. Para garantizar la equidad será bueno sentarse a escribir con un dado a la mano para que cuando se presente el caso se lanza el dado y la cifra par o impar dará cuál genero inicia. A falta de dado también sirve una baraja, una moneda o cualquier otro medio para garantizar que el azar presente una probabilidad de que el 50% de las veces cada género será usado de primero. Advierto Que en mis ejemplos a partir de este renglón usaré el método de la moneda, acabo de poner una de $500 cerca del ratón. Lógicamente sin necesidad de explicación el lado del árbol representará a los niños y el de la cantidad de dinero, también, por lógica, a las niñas

4. En el afán de repetir en femenino lo que la palabra en masculino generaliza descuida la alcaldesa una construcción lógica. Veamos: “Me imaginaba en uno de los parques de la ciudad entregándole un carrito o una muñequita a un niño o a una niña”. Como está construida esta oración, la doctora Ramírez se imaginaba a ella misma sacando de alguna bolsa un juguete al azar y entregándolo a un niño sin fijarse si entregaba una muñequita a un niño o un carrito a una niña, cuando según lo establecido por el gusto natural, que no ha cambiado en siglos, ella debió haberse imaginado –en su construcción de equidad– entregándole una muñequita a una niña o un carrito a un niño. ¿De acuerdo? Pero en pro de la simplicidad del idioma, doña Lucrecia, por favor, imagínese a usted misma “entregando aquellos jugueticos (ya los había mencionado) a los niños de las comunas”. Está entendido así que los carritos irán a los niños y las muñequitas a las niñas.

5. Cada usuario parece ensañarse en algunos sustantivos, pero olvidan aplicar la equidad en otros. Prueba de que ellos también entienden la generalización como ya se vio en el punto 1. Veamos los que olvidó doña Lucrecia, en orden de aparición. En el caso de doña Lucrecia, el objetivo de repetición es los niños.

a). “...para que en la foto quedara claro que la ciudad si cuidaba de la infancia desfavorecida y se acordaba de ellos en la Navidad...”

Ven, se olvidó de ellas. Pero además la oración tiene una discordancia, pues al usar el colectivo infancia es de ella –de la infancia– de quien se acuerda la ciudad en Navidad.

A propósito, ¿si se acomodarán sin traumatismos en el colectivo infancia, niños y niñas?, ¿no será mejor estar seguros de impedir una futura frustración de unos o de otras y hablar de que la ciudad sí se acordará de la infancia masculina desfavorecida y de la infancia femenina desfavorecida?

b). “Algo en mí se resistía a participar de lo que, a vuelo de pájaro, nadie vería de mala manera”.

¿Qué pasa, doña Lucre?, ¿acaso las pájaras no vuelan o no se traumatizan si no se las menciona?, entonces es “a vuelo de pájaro o de pájara”.

c). “Así como también sus mamás, sus papás y sobre los dirigentes comunitarios que organizaban el desplazamiento de los afortunados al sitio de la entrega, porque para ellos también había reconocimiento”

Aquí hubo tres olvidos en cascada pues también hay dirigentes comunitarias, entre los que se desplazan también hay afortunadas, y en fin para ellas y para ellos también hay reconocimiento. Entre otras cosas, cuando la 0rganización corre de cuenta de líderes comunitarias, es más bueno porque no falta la comida, en cambio, los líderes comunitarios creen que todo es trago.

d). “Cuando se acercaban las fechas, el despacho recibía muchas llamadas de mamás que desde siempre”.

En esta cita el olvido fue el masculino papás, porque ellos también llaman, yo lo sé. La generalización elegante en este caso es muchos padres de familia…

e). “incluso los transportadores, aprenden a pensar en forma altruística”.

¿Y las transportadoras no aprenden o no fueron a clase?

f). “Porque cuando tú los convocas y les das algo porque son pobres”.

Ahora se olvidó de convocarlas, sólo convocó en masculino.

g). “como lo único que convoca la mirada y el reconocimiento del otro”.

¿Y la otra no mira ni reconoce? Yo creo que sí porque doña Lucrecia, otra, es la que mejor mirada está dando a los niños (qué cuento de las niñas ya estoy mamado).

h). (a este paso se me van a acabar las letras del alfabeto) “¿Cuantos menores ricos de nuestra ciudad no conocen parques y museos, porque precisamente sus recursos económicos los condenan al mal

¿Acaso sus hermanitas, sus primitas y demás –las menores ricas– conocen esos museos y parques? Vean pues cómo se van al escondido. ¿Acaso sus recursos no son los mismos de los de sus hermanitos y no las condenan al mal? ¡Ah!, y se olvidó de la tilde de cuántos “¿Cuántos menores ricos y cuántas menores ricas...

i). “Que en la misma fila para entrar al cine, o al museo, o al parque, se encuentren todos, se miren a los ojos, se reconozcan en su condición común y digna de seres humanos únicos, curiosos, fascinantes”.

Ya al final de la columna se le ve el cansancio a la alcaldesa por tanto olvido tan seguido: “Que en la misma fila para entrar al cine, o al museo, o al parque, se encuentren todos y todas, se miren a los ojos, se reconozcan en su condición común y digna de seres humanos únicos y únicas, curiosos y curiosas., fascinantes”.

j). “Ahora, pensémosle más al tema del regalo para aquellos sin recursos”.

¿Irán a dejar sin regalo a aquéllas sin recursos o no habrá necesidad de pensarlo? Se salen con cualquier Barbie, de la que dicen por ahí que es satánica.

k). “que en Navidad ninguno se quede sin su traído”.

Ya vamos por el undécimo nomenclador de este ítem de olvidos. ¿Se van dando cuenta de lo difícil que es sostener esta caña de la tal equidad de género? Doña Lucrecia debería contratar un asesor, pero no me ofrezco porque no puedo ir en contra de mis principios. “Que en Navidad ninguno ni ninguna se queden sin traído”.

l). “Así, la infancia de Medellín recibiría el mejor regalo que puede recibir ser humano alguno: dignidad”.

Aquí vuelve a aparecer mi preocupación acerca de si en el colectivo “infancia” se podrán acomodar niños y niñas sin problema alguno por lo que se puede dividir en dos: la infancia masculina y la infancia femenina. Lo mismo puede pensarse del ser humano que puede ser alguno y alguna.

6. Golpe bajo. Muchos usuarios, entre ellos la doctora alcaldesa, dan un golpe bajo, sobre todo cuando se trata de niños, elidiendo el género masculino y poniendo el femenino a manera que afecte ambos artículos. Con seguridad iban a agradecer los y las niñas. Resolviendo queda: “los niñas y las niñas”. Sí es más fácil que un niño se traumatice porque lo llamen niña. Esto parece una venganza sadomasoquista feminista.

He terminado mi análisis. Pero hay más.

El alcalde Fajardo ha conseguido un nombre como uno de los alcaldes que se preocupan por su ciudad. Las obras se ven y no circulan chismes acerca de corrupción (ojo que no soy fajardista ni busco puesto). Y es curioso que en el sector educativo (liceos y bibliotecas) es donde se ven más obras del Alcalde. Escucho al magisterio y creo que por primera vez los maestros hablan bien de una autoridad.

¿No es paradójico que mientras el alcalde construye cultura, la alcaldesa destruye nuestro idioma con el melindre de la equidad de género?

¿Cómo pudo doña Lucrecia sacar una columna de tan baja calidad en medio de dos plumas tan exquisitas como la de Ernesto Ochoa Moreno y la de Raúl Tamayo Gaviria? (Ver periódico El Colombiano del 23 de diciembre pasado, página 4ª).

¿No se da cuenta doña Lucrecia que en abril próximo será la anfitriona de los Reyes de España en una reunión en esta ciudad antes de la Asamblea de Academias de la Lengua en Cartagena? Óigase bien de los Reyes de España, no del Rey y de la Reina. ¿Cuántos Reyes hay en España? Uno solo: don Juan Carlos, pero a la pareja de Juan Carlos y Sofía se le denomina los Reyes de España. Ellos vienen como máximas autoridades de la Lengua Española. ¿Qué les irá a decir cuando le pregunten cómo está el idioma en la ciudad? ¡Por Dios!, que alguien la asesore para que no nos haga quedar como un zapato, que ni se le vaya a ocurrir darle tratamiento a doña Sofía de Primera Mujer de España, ella es la Reina. Que tampoco se le vaya a ocurrir presentarse como Primera Mujer de Medellín: los expertos en protocolo se reirán de ella y, lo más grave, de todos nosotros por montañeros. Yo ya me había reído de ella y de nosotros cuando empezó con ese cuento. Que alguien le enseñe a que se presente como alcaldesa de Medellín y así cumple con el protocolo. Como el rey tiene su reina, el alcalde tiene su alcaldesa.

Jerónimo de Luis Tejelo

Vista de lince 70 B

Tres lucrecias



Ésta es la segunda parte de un documento que anda por ahí acerca de la equivicación del tal lenguaje incluyente o equidad de sexo.
La lucrecia roja es la carta original con todas sus inconsitencias; la naranja, la carta como debería ser con esa tontería de lenguaje incluyente sin inconsistecias; la verde, lo que en español se quiso decir.



Regalar dignidad

Por Lucrecia Ramírez Restrepo

Recién iniciadas las tareas en la administración Fajardo, se me recomendó empezar las gestiones para conseguir las donaciones necesarias que garantizaran un número suficiente de jugueticos, carritos y muñequitas, me decían, "para regalarles a los niños pobres de Medellín", y me aclaraban, "los de las comunas", tal como se acostumbraba durante cada Navidad en la ciudad desde hace muchas décadas. Es tarea habitual del despacho de las primeras damas encargarse de conseguir los regalitos, que se distribuían en un acto público a los niños y las niñas en los primeros días de diciembre. Desde cuando me anunciaron esa tarea tradicional sentí desazón, tengo que confesarlo. Tardé varios días en entender qué era lo que no me dejaba tranquila. Me imaginaba en uno de los parques de la ciudad entregándole un carrito o una muñequita a un niño o a una niña, con un abrazo y un beso en la mejilla, eso sí, mirando al frente, para que en la foto quedara claro cómo la ciudad sí cuidaba de la infancia desfavorecida y se acordaba de ellos en la Navidad... y más desazón me daba. Algo en mí se resistía a participar de lo que, a vuelo de pájaro, nadie vería de mala manera. Por el contrario, era un acto caritativo, loable, que con seguridad iban a agradecer los y las niñas, así como también sus mamás, sus papás y sobre todo los dirigentes comunitarios que organizaban el desplazamiento de los afortunados al sitio de la entrega, porque para ellos también había foto y reconocimiento. Cuando se acercaban las fechas, el despacho recibía muchas llamadas de mamás que desde siempre esperaban ese regalito con mucha necesidad porque con seguridad, era el único que su hijo o hija podía recibir en estos días tan especiales de la Navidad, que deben ser muy duros para las familias que no tienen recursos, viendo ese derroche de luces, colores, moños y papel de regalo que inunda los hogares de las clases privilegiadas.

Pues bien, con mi desazón a cuestas, que siempre se me convierte en una pregunta por resolver, decidí pensar en una opción distinta, que se ha ido consolidando a través de estas tres navidades que hemos pasado en la Alpujarra: la Red de Navidad de Medellín. Les explico rápidamente de qué se trata. Muchas entidades, públicas y privadas, se vuelcan, juntas, para que todos los niños y las niñas de esta ciudad, sin distingo de clase social o económica, reciban un mismo regalo de ciudad desde el 7 de diciembre hasta el 7 de enero. ¿Cuál es ese regalo? Quiero que lean esto con cuidado, me perdonan la insistencia pero es que sé que no existe ninguna ciudad en el mundo que se haya unido de esta manera para regalar en Navidad: que entren gratis a todos los museos, los parques y centros recreativos de Medellín. Esta Red está constituida por la Fundación EPM con su Museo Interactivo, Comfama y Comfenalco con sus parques recreativos, el Museo de Antioquia, el Museo de Arte Moderno, la Casa Museo Pedro Nel Gómez, el Museo de la U. de A., el Jardín Botánico, el Área Metropolitana con su Parque de las Aguas, Metroparques con todos sus parques, la Sociedad de Mejoras Públicas con su Zoológico, el Museo El Castillo, el Planetario, el Metro de Medellín, el ITM, Cine Colombia y el Sector Transportador.

Quiero resaltar la voluntad política de todas ellas, su alegría preparando la programación especial y sobre todo ese nuevo espíritu que se está gestando, de construcción conjunta, de comunidad, donde todos los sectores, incluso los transportadores, aprenden a pensar en forma altruistica. También quiero resaltar la importancia que tiene para nuestra sociedad que los niños y las niñas no sean distinguidos por el estrato. Porque cuando tú los convocas y les das algo porque son pobres, ya les estas enseñando que lo que se les está dando, lo están recibiendo por su condición de pobres. Y yo creo que eso es terriblemente injusto, aberrante y además perpetuador de los círculos infernales de la pobreza. Qué puede sentir un niño o una niña cuando toma conciencia de su condición socioeconómica desventajosa, como lo único que convoca la mirada y el reconocimiento del otro. En cambio, lo que propone la Red de Navidad es precisamente eso: los convocamos y los cuidamos porque son niños y niñas, y merecen una Navidad llena de divertimento. Rompemos así la idea de que el único obstáculo es la pobreza. ¿Cuantos menores ricos de nuestra ciudad no conocen parques y museos, porque precisamente sus recursos económicos los condenan al mal y les hacen creer que lo único que hay en el mundo para ver, disfrutar y saborear son vitrinas, audífonos, controles y chucherías? Que en la misma fila para entrar al cine, o al museo, o al parque, se encuentren todos, se miren a los ojos, se reconozcan en su condición común y digna de seres humanos únicos, curiosos, fascinantes.

Ahora, pensémosle más al tema del regalo para aquellos sin recursos. Tengo una propuesta para que ensayemos el próximo año, porque sé que precisamente para niños y niñas en Navidad, el traído del Niño Dios es una ilusión muy bella. Hagámoslo de manera anónima, garanticemos que en Navidad ninguno se quede sin su traído, entreguémoselo a sus familias para que se lo regalen en nochebuena, a nombre del Niño Dios, sin particularizar otra procedencia, ni decirles que se les escogió porque eran pobres. Así, la infancia de Medellín recibiría el mejor regalo que puede recibir ser humano alguno: dignidad.

NOTA: voy a descansar unos días. Mis lectores y lectoras: que tengan unas fiestas ricas, regalen muchos abrazos, y que el año que viene nos sigamos transformando con mucho amor por esta ciudad tan maravillosa que tenemos.

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Regalar dignidad

Por Lucrecia Ramírez Restrepo

Correcta equidad de género. Se garantiza el uso de la moneda para saber que género va de primero.

Recién iniciadas las tareas en la administración Fajardo, se me recomendó empezar las gestiones para conseguir las donaciones necesarias que garantizaran un número suficiente de jugueticos, carritos y muñequitas, me decían, "para regalarles a los niños pobres de Medellín", y me aclaraban, "los de las comunas", tal como se acostumbraba durante cada Navidad en la ciudad desde hace muchas décadas. Es tarea habitual del despacho de las primeras damas encargarse de conseguir los regalitos, que se distribuían en un acto público a los niños y a las niñas en los primeros días de diciembre. Desde cuando me anunciaron esa tarea tradicional sentí desazón, tengo que confesarlo. Tardé varios días en entender qué era lo que no me dejaba tranquila. Me imaginaba en uno de los parques de la ciudad entregándole un carrito a un niño o una muñequita a una niña, con un abrazo y un beso en la mejilla, eso sí, mirando al frente, para que en la foto quedara claro cómo la ciudad sí cuidaba de la infancia femenina desfavorecida y de la infancia masculina desfavorecida y se acordaba de ellos y de ellas en la Navidad... Y más desazón me daba. Algo en mí se resistía a participar de lo que, a vuelo de pájaro o de pájara, nadie vería de mala manera. Por el contrario, era un acto caritativo, loable, que con seguridad iban a agradecer las niñas y los niños, así como también sus mamás, sus papás y sobre todo los dirigentes comunitarios y las dirigentes comunitarias que organizaban el desplazamiento de los afortunados y de las afortunadas al sitio de la entrega, porque para ellos y para ellas también había foto y reconocimiento. Cuando se acercaban las fechas, el despacho recibía muchas llamadas de mamás y de papás que desde siempre esperaban ese regalito con mucha necesidad porque con seguridad, sería el único que su hija o su hijo recibiría en estos días tan especiales de la Navidad, que deben ser muy duros para las familias que no tienen recursos, viendo ese derroche de luces, colores, moños y papel de regalo que inunda los hogares de las clases privilegiadas.

Pues bien, con mi desazón a cuestas, que siempre se me convierte en una pregunta por resolver, decidí pensar en una opción distinta, que se ha ido consolidando a través de estas tres navidades que hemos pasado en la Alpujarra: la Red de Navidad de Medellín. Les explico rápidamente de qué se trata. Muchas entidades, públicas y privadas, se vuelcan, juntas, para que todas las niñas y todos los niños de esta ciudad, sin distingo de clase social o económica, reciban un mismo regalo de ciudad desde el 7 de diciembre hasta el 7 de enero. ¿Cuál es ese regalo? Quiero que lean esto con cuidado, me perdonan la insistencia pero es que sé que no existe ninguna ciudad en el mundo que se haya unido de esta manera para regalar en Navidad: que entren gratis a todos los museos, los parques y centros recreativos de Medellín. Esta Red está constituida por la Fundación EPM con su Museo Interactivo, Comfama y Comfenalco con sus parques recreativos, el Museo de Antioquia, el Museo de Arte Moderno, la Casa Museo Pedro Nel Gómez, el Museo de la U. de A., el Jardín Botánico, el Área Metropolitana con su Parque de las Aguas, Metroparques con todos sus parques, la Sociedad de Mejoras Públicas con su Zoológico, el Museo El Castillo, el Planetario, el Metro de Medellín, el ITM, Cine Colombia y el Sector Transportador.

Quiero resaltar la voluntad política de todas ellas, su alegría preparando la programación especial y sobre todo ese nuevo espíritu que se está gestando, de construcción conjunta, de comunidad, donde todos los sectores, incluso los transportadores y las transportadoras, aprenden a pensar en forma altruística. También quiero resaltar la importancia que tiene para nuestra sociedad que las niñas no sean distinguidas por el estrato ni los niños sean distinguidos por el estrato. Porque cuando tú los convocas y las convocas y les das algo porque son pobres, ya les estas enseñando que lo que se les está dando, lo están recibiendo por su condición de pobres. Y yo creo que eso es terriblemente injusto, aberrante y además perpetuador de los círculos infernales de la pobreza. Qué puede sentir un niño o una niña cuando toma conciencia de su condición socioeconómica desventajosa, como lo único que convoca la mirada y el reconocimiento de la otra o del otro. En cambio, lo que propone la Red de Navidad es precisamente eso: los convocamos y las convocamos y los cuidamos y las cuidamos porque son niñas y niños, y merecen una Navidad llena de divertimento. Rompemos así la idea de que el único obstáculo es la pobreza. ¿Cuántas menorees ricas y cuántos menores ricos de nuestra ciudad no conocen parques y museos, porque precisamente sus recursos económicos los condenan al mal y les hacen creer que lo único que hay en el mundo para ver, disfrutar y saborear son vitrinas, audífonos, controles y chucherías? Que en la misma fila para entrar al cine, o al museo, o al parque, se encuentren todos y todas, se miren a los ojos, se reconozcan en su condición común y digna de seres humanos únicas y únicos, curiosos y curiosas, fascinantes.

Ahora, pensémosle más al tema del regalo para aquellos y aquellas sin recursos. Tengo una propuesta para que ensayemos el próximo año, porque sé que precisamente para niña y niño en Navidad, el traído del Niño Dios es una ilusión muy bella. Hagámoslo de manera anónima, garanticemos que en Navidad ninguno y ninguna se queden sin su traído, entreguémoselo a sus familias para que se lo regalen en nochebuena, a nombre del Niño Dios, sin particularizar otra procedencia, ni decirles que se les escogió porque eran pobres. Así, la infancia masculina de Medellín y la infancia femenina de Medellín recibirían el mejor regalo que puede recibir ser humano alguno y alguna: dignidad.

NOTA: voy a descansar unos días. Mis lectores y mis lectoras: que tengan unas fiestas ricas, regalen muchos abrazos, y que el año que viene nos sigamos transformando con mucho amor por esta ciudad tan maravillosa que tenemos.

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Regalar dignidad

Por Lucrecia Ramírez Restrepo

Recién iniciadas las tareas en la administración Fajardo, se me recomendó empezar las gestiones para conseguir las donaciones necesarias que garantizaran un número suficiente de jugueticos, carritos y muñequitas y me decía: "Para regalarles a los niños pobres de Medellín", y me aclaraban: "los de las comunas", tal como se acostumbraba durante cada Navidad en la ciudad desde hace muchas décadas. Es tarea habitual del despacho de la alcaldesa encargarse conseguir los regalitos, que se distribuían en un acto público a los niños en los primeros días de diciembre. Desde cuando me anunciaron esa tarea tradicional sentí desazón, tengo que confesarlo. Tardé varios días en entender qué era lo que no me dejaba tranquila. Me imaginaba en uno de los parques de la ciudad entregándole un juguetico a cada niño, con un abrazo y un beso en la mejilla, eso sí, mirando al frente, para que en la foto quedara claro cómo la ciudad sí cuidaba y se acordaba en la Navidad de la infancia desfavorecida... y más desazón me daba. Algo en mí se resistía a participar de lo que, a vuelo de pájaro, nadie vería de mala manera. Por el contrario, era un acto caritativo, loable, que con seguridad iban a agradecer los niños, así como también sus papás y sobre todo los dirigentes comunitarios que organizaban el desplazamiento de los afortunados al sitio de la entrega, porque para ellos también había foto y reconocimiento. Cuando se acercaban las fechas, el despacho recibía muchas llamadas de padres de familia que desde siempre esperaban ese regalito con mucha necesidad porque con seguridad, sería el único que su hijo recibiría en estos días tan especiales de la Navidad, que deben ser muy duros para las familias que no tienen recursos, viendo ese derroche de luces, colores, moños y papel de regalo que inunda los hogares de las clases privilegiadas.

Pues bien, con mi desazón a cuestas, que siempre se me convierte en una pregunta por resolver, decidí pensar en una opción distinta, que se ha ido consolidando a través de estas tres navidades que hemos pasado en la Alpujarra: la Red de Navidad de Medellín. Les explico rápidamente de qué se trata. Muchas entidades, públicas y privadas, se vuelcan, juntas, para que todos los niños de esta ciudad, sin distingo de clase social o económica, reciban un mismo regalo de ciudad desde el 7 de diciembre hasta el 7 de enero. ¿Cuál es ese regalo? Quiero que lean esto con cuidado, me perdonan la insistencia porque sé que no existe ninguna ciudad en el mundo que se haya unido de esta manera para regalar en Navidad: entrada gratis a todos los museos, a los parques y a los centros recreativos de Medellín. Esta Red está constituida por la Fundación EPM con su Museo Interactivo, Comfama y Comfenalco con sus parques recreativos, el Museo de Antioquia, el Museo de Arte Moderno, la Casa Museo Pedro Nel Gómez, el Museo de la U. de A., el Jardín Botánico, el Área Metropolitana con su Parque de las Aguas, Metroparques con todos sus parques, la Sociedad de Mejoras Públicas con su Zoológico, el Museo El Castillo, el Planetario, el Metro de Medellín, el ITM, Cine Colombia y el Sector Transportador.

Resalto la voluntad política de todas ellas, su alegría preparando la programación especial y, sobre todo, ese nuevo espíritu que se está gestando, de construcción conjunta, de comunidad, donde todos los sectores, incluso los transportadores, aprenden a pensar en forma altruista. También resalto la importancia que tiene para nuestra sociedad que los niños no sean distinguidos por el estrato. Porque cuando al convocarlos y darles algo porque son pobres, ya se les está enseñando que lo que se les está dando, lo están recibiendo por su condición de pobres. Y yo creo que eso es terriblemente injusto, aberrante y además perpetuador de los círculos infernales de la pobreza. Qué puede sentir un niño cuando toma conciencia de su condición socioeconómica desventajosa, como lo único que convoca la mirada y el reconocimiento del otro. En cambio, lo que propone la Red de Navidad es precisamente eso: los convocamos y los cuidamos porque son niños, y merecen una Navidad llena de divertimento. Rompemos así la idea de que el único obstáculo es la pobreza. ¿Cuántos menores ricos de nuestra ciudad no conocen parques y museos, porque precisamente sus recursos económicos los condenan al mal y les hacen creer que lo único que hay en el mundo para ver, disfrutar y saborear son vitrinas, audífonos, controles y chucherías? Que en la misma fila para entrar al cine, o al museo, o al parque, se encuentren todos, se miren a los ojos, se reconozcan en su condición común y digna de seres humanos únicos, curiosos, fascinantes.

Ahora, pensémosle más al tema del regalo para aquellos sin recursos. Tengo una propuesta para que ensayemos el próximo año, porque sé que precisamente para niños en Navidad, el traído del Niño Dios es una ilusión muy bella. Hagámoslo de manera anónima, garanticemos que en Navidad ninguno se quede sin su traído, entreguémoselo a sus familias para que se lo regalen en nochebuena, a nombre del Niño Dios, sin particularizar otra procedencia, ni decirles que se les escogió porque eran pobres. Así, la infancia de Medellín recibiría el mejor regalo que puede recibir ser humano alguno: dignidad.

NOTA: voy a descansar unos días. Mis lectores: que tengan unas fiestas ricas, regalen muchos abrazos, y que el año que viene nos sigamos transformando con mucho amor por esta ciudad tan maravillosa que tenemos.

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Jerónimo de Luis Tejelo

lunes, 18 de mayo de 2009

In memoriam

Homenaje al gobernador de Antioquia

Antonio Roldán Betancur


En el vicésimo aniversario de su muerte

Estamos a mes y medio de cumplir 20 años de la lamentable desaparición de mi amigo de juventud Antonio Roldán Betancur. De mi anecdotario personal saco este artículo escrito por primera vez para el periódico El Taller en su segundo número.

Lo reproduzco como un homenaje in memoriam.

¿Incendiarios?

Gabriel Escobar Gaviria.

Agradezco el ofrecimiento que me hace el director de este periódico para aportar anécdotas al recuento histórico de nuestro barrio Fátima. La que refiero hoy tal vez esté aún en la memoria de muchas personas, sobre todo de aquellas que viven en el marco de la iglesia.

Donde hoy hay un parque infantil con varios juegos fue por mucho tiempo un lote al que no se le hacía ninguna mejora. Fue allí donde empezaron los encuentros futbolísticos Fátima-Nutibara. Los menores sospechábamos, por conversaciones escuchadas a los adultos, que ese lote no le pertenecía a la Parroquia, razón por la cual ni el creativo padre Córdoba, ni el recursivo padre Lalinde habían podido adelantar labor alguna para el aprovechamiento comunitario del mismo.

Un día se confirmaron tales sospechas. Recuerdo: llegué de la Universidad y mis hermanos me contaron que en toda la mitad del lote, al frente de la casa de Belisario ¡qué cremas las que allí vendían!, hoy Tienda de Nico, habían levantado una caseta de construcción y habían echado cepas como para una casa.

–Y ¿el Padre qué dijo?

–No, pues nada; como ese lote no es de la Parroquia.

Y el Padre no dijo nada porque se trataba del bondadoso padre Álvarez, todo dulzura y mansedumbre, pero ¡ay si hubiera sido en tiempos del padre Lalinde! Todavía estarían buscando los bultos de cemento en los profundos infiernos.

Incrédulo me dirigí al sitio acompañado de mi hermano Jota. Y sí, allí estaban esas cepas desafiantes para iniciar la construcción de unos muros y de una casa que por donde se la mirara heriría la hermosura de la iglesia. Algún día podríamos elegir entre estar atentos a la Misa o enterarnos de la vida familiar de aquella vivienda; la torre nos proporcionaría varios palcos para seguir de cerca, cual telenovela en vivo, el drama familiar de los ocupantes.

Absorto estaba en esos pensamientos cuando escuché a mi lado una voz que hoy no está con nosotros y que preguntaba mi parecer con tono de que el suyo no era nada agradable. Era la voz de mi amigo Antonio Roldán Betancur. En aquellos días andábamos por los 22 años y lejos estábamos de adivinar la exitosa y corta carrera que el destino le depararía a mi amigo. Él y yo éramos los amos del micrófono en la parroquia, pues desde hacía cuatro años nos turnábamos para leer la Epístola y no había bazar que no animáramos desde las famosas casetas de las dedicatorias. La idea nos vino a ambos al mismo tiempo. Nos miramos y nos comprendimos: teníamos que reunir la gente y para ello usaríamos el micrófono de la iglesia. No, no le pediríamos permiso al padre Álvarez, pues no nos lo daría.

Iban a ser las ocho de la noche y don José Betancur, el sacristán, no había terminado de cerrar la iglesia por cuanto faltaba el toque de ánimas que se hacía a dicha hora. El destino nos hizo subir por la rampa y allí encontramos a Fabio Zapata, el hijo de don Rafael, que esperaba a que fueran las ocho para hacer el llamado a la plegaria por las ánimas, pues acostumbraba reemplazar a don José en esa labor.

–Fabio –le dijimos–, arranque a repicar durante estos diez minutos que faltan para la ocho; a las ocho dé el toque de ánimas, como de costumbre, y luego repique cinco minutos más.

Fabio no nos preguntó por qué le pedíamos eso. Inteligentemente comprendió que ante tan inusitado toque la gente saldría a ver de qué se trataba, y así fue.

Llegamos hasta la sacristía y mientras yo le explicaba a don José que nosotros cerraríamos el templo, Antonio prendió el amplificador y comenzó con las arengas. Nuestras consignas fueron inofensivas, pedíamos a nuestros cohabitantes que reflexionaran y se opusieran a esa construcción porque ese espacio lo necesitábamos para un parque infantil en el que jugarían nuestros hijos (todavía no los teníamos).

Cómo se apropiaría la Parroquia de ese terreno no era nuestro problema, eso era cuestión de adultos y nosotros apenas estábamos aprendiendo a serlo. Para eso estaba don Enrique Toro, mayordomo parroquial. Desde la Sacristía no veíamos lo que en la calle sucedía, pero por lo que pasó después, nos enteramos de que tanto las campanas, como nuestras voces habían logrado el objetivo: la gente se reunió, deliberó y obró.

Seguíamos con nuestras consignas cuando entró el padre Álvarez por la nave central de la iglesia entre trotando y corriendo hasta llegar a la sacristía.

–Escobarito –me dijo–, no sigan con eso que afuera está la Policía preguntando quiénes son los que hablan por micrófono, no demoran en subir. Váyanse por la puerta de debajo de la sacristía, ésta es la llave.

Antonio y yo no comprendimos, al principio, por qué la Policía se habría de disgustar porque nosotros llamáramos a la feligresía para que opinara sobre una construcción; no sabíamos que la feligresía ya estaba opinando y en ¡qué forma!

Obedecimos y salimos por la puerta de abajo la que da frente al negocio que era de Juan de Dios y nos dirigimos adonde estaba la gente. Quedamos asombrados al ver desde antes de llegar a la casa de los Culembias un resplandor de una llamarada inmensa: la caseta estaba en llamas; el cemento fue esparcido para que las bolsas ardieran; al celador le permitieron sacar las herramientas y sus pertenencias. Antonio y yo nos confundimos con la gente que miraba el espectáculo, mientras nos reprochábamos esa acción que estaba muy lejos de nuestra inofensiva intención.

Una cosa aprendimos esa noche: la masa es un animal irracional.

Lo que siguió después fue cosa de adultos: el Padre y don Enrique arreglaron con la propietaria del lote en términos no desventajosos para nadie. Hoy hay un parque infantil en el que jugaron mis hijos mientras fueron niños.

Junio de 1998

*-*-*-*

*Este artículo salió en el número 2 del periódico El Taller de junio y julio de 1998 y se refiere a un hecho ocurrido entre 1968 y 1969, el autor y protagonista no recuerda la fecha exacta.

El periódico El Taller es un periódico barrial de propiedad de mi hermano Jorge Mario Escobar Gaviria “Jota”, por esa razón los nombres aparecen en forma coloquial, sin apellidos algunos y con los apodos otras veces, como en el caso de los Culembias. Donde quedaba la Tienda de Nico queda ahora el Supermercado El Cerro. En 1998 no habían comenzado los estúpidos realities y yo menciono uno como telenovela en vivo.

Como este artículo lo reescribo para que sea leído aun por personas ajenas al departamento de Antioquia, hago notar que una vez que hubo terminado la carrera de Medicina, mi amigo Antonio Roldán Betancur realizó una maratónica y exitosa carrera de hombre público que empezó con la Alcaldía de Apartadó, continuó con la Presidencia del Atlético Nacional, siguió como director del Índer, diputado de la Asamblea de Antioquia y terminó como gobernador del Departamento de Antioquia cuando fue muerto en un lamentable accidente el 4 de julio de 1989.

En el 2003 el parque fue reformado, organizado y embellecido como una obra de la Alcaldía de Luis Pérez Gutiérrez. Me encontraba en la sacristía el día anterior a la reinauguración. El padre David Kapkin, el párroco actual, se me acercó y me dijo:

–Por vos tenemos parque.

–Por mí y por Antonio, padre.

Fue un reconocimiento en privado de algo que nadie menciona en público.




Junio de 2005.

La columna de Angelita

Mundo Moderno
Pánico porcino y sus consecuencias gastronómicas

Entiendo que en momentos como éste, con la noticia de la influenza porcina y que van a cerrar a México y todo, la gente se preocupe un poco. Es normal que una crisis genere consternación, pero aprovecho el momento para pedirles que no exageren. Lávense las manos, vacúnense, tomen vitamina C, anden con tapaboca y jabón antibacterial, pero, por favor, algo de mesura ante propuestas como la de PETA.

Para quienes no lo saben, PETA es una organización que lucha por los derechos de los animales. Hasta ahí, todo bien. Pero anunció que quieren poner una piara al frente del Capitolio en Estados Unidos con el fin de replicar las condiciones que dieron lugar a la influenza porcina y así convencer a la gente de que se pase al vegetarianismo. Eso ya me parece que es ir demasiado lejos.

La noticia me la dio un familiar de mi esposo que es vegetariano. Lo irónico es que es un vegetariano gordo. Es gordo y calvo. Yo sé que la calvicie no está asociada al vegetarianismo, pero yo creería que eso lo impulsaría a querer ser más divertido. Pero no, este hombre —que se ve un poco ridículo pesando 150 kilos y comiendo apio— es apasionado defensor del vegetarianismo y ha usado el “abrazo de Porky” como argumento para buscar seguidores con frases como “Nunca han oído de la influenza habichuela”. No le importa que la gripa no se contagie por comer carne de cerdo porque además no está sugiriendo la dieta judía de hacerle el quite al jamón sino que dice que hay que sacar de tajito la carne del plato.

La verdad es que algunos vegetarianos pueden ser bastante agresivos. Yo los entiendo. Si yo viviera a punta de arvejas y de soya todo el día, yo también estaría de un genio terrible. Pero últimamente han cogido impulso con todo este movimiento vegano-zen-mininalista-oriental-yoga de gente multipluritrascendental. Les confieso que tanta calma me irrita. No es tanto su actitud de superioridad ni la sutileza con la que equiparan el consumo de cárnicos con la barbarie, la intolerancia y la ignorancia. Tampoco es que traten de convencerlo a uno como si fuera una pirámide. Se sienten superiores y confunden una opción personal con una opción moral. Y ahí es donde me pierden porque realmente no creo que comer zanahorias en vez de chicharrones haga que una persona sea, per se, mejor que otra.

Los carnívoros somos mucho más tolerantes. Y más felices. Y más divertidos. Y, honestamente, más fáciles de alimentar. Traté de decirle todas estas cosas al señor, pero él insistió en rajar de nosotros. Entonces le dije que al menos la carne tiene la posibilidad de huir.
Ya hacia el final, cuando me empezó a hablar de la cantidad de hormonas que le ponen a la carne y las vacunas y los químicos, le dije que había cambiado de opinión. Concluí que la única salida saludable que nos queda a los carnívoros es comernos a los vegetarianos.

domingo, 10 de mayo de 2009

Los vídeos de AT 4

Día de la madre

Otra vez a las 6:11 p. m. me pide AT espacio para otros vídeos.

Vídeo n.° 6: Con Mi Madre y el Aire

Vídeo n.° 7: Las manos de mi madre

Vídeo n.° 8: Madre

Vídeo n.° 9: La mamma

Vídeo n.° 10: La mamá

Vídeo n.° 11: Poema a la madre Paco Stanley

Los vídeos de AT 3

Día de la Madre

AT me dice que como son las 5:55 p. m. y faltan más de seis horas para terminarse el día, sigamos agasajando a las madres con estos dos vídeos.

Vídeo n.° 4: Los Nocheros - Mama Mama

Vídeo n.° 5: mama vieja

Otro vídeo

Dia de la madre

Como el día no ha acabado, otro vídeo


Los versos para mi madre

Los vídeos de AT 2

Día de la Madre
AT me pide que dedique el vídeo que incluyo a todas las mamás de los lectores, y a las de todos los que se vinculan de algun modo con este blog.
Vídeo n.° 3 Ocaña canta bambucos

sábado, 9 de mayo de 2009

La columna de Angelita

Mundo Moderno

Coser, tejer, desesperar

Les voy a contar un secreto: soy retrasada manual. Mis abuelas, dotadas ambas de sobresaliente habilidad manual, lograron transmitirle sus respectivos talentos a sólo una de las tres hijas de mis padres (mi mamá tampoco salió favorecida en esa repartición y creo que el de ella fue el gen dominante en dos de los tres casos), dejándonos a la mayorcita y a mí a merced de diez dedos gordos. Admito sin pena que no coso, no tejo, no bordo, no pinto en seda, no cojo ruedos y no he salido ilesa de ninguna pegada de botón hasta ahora.

Nunca me había importado mi limitada motricidad fina hasta esta semana que por motivos de salud estuve guardando cama, como dicen las viejitas. Ocurrió que durante mi tiempo de reposo vi la noticia del terremoto en Italia y la nota sobre Maria D’Antuono, una mujer de 98 años que fue rescatada de los escombros y confesó que se distrajo durante las treinta horas tejiendo.

Yo ya estoy harta de ver televisión. Estar acostada está empezando a afectarme. Siento que el colchón y yo nos estamos fusionando y que pronto nadie podrá distinguir entre mi nalga y mi somier. Tejer me pareció una opción interesante así que fui al almacencito que siempre había ignorado, respiré hondo, invoqué a mis abuelas y entré.

Apenas vi a la niña que atiende, supe que estaba en problemas. Ella tenía de esos rostros que son puras aristas y su tez era de una palidez que sólo el vegetarianismo logra. Le dije que quería agujas.

—¿Qué clase de agujas?

—Pues, las de coser.

—¿Maya?

—Pues, no sé, ¿hay inca o tal vez azteca?

—¿Crochet, dijo?

—Querrá decir "croquet"…

Ceros risas, ojos blanqueados, suspiro impaciente. No sé qué quiero así que cometo el clásico error de principiante de comprarlo todo. Me acompleja la niña puntiaguda con su mirada de sabelotodo y su manera de juzgar mi incapacidad de distinguir entre hilo y lana.
Llego al apartamento e intento canalizar el espíritu tejedor, detectar la fibra que contiene la memoria muscular o al menos tratar de acordarme de lo que decía Amandita (la profesora de costura del colegio) pero todo falla. Me enrollo la lana con tanta fuerza que se me pone morada la falangeta del dedo índice, me empiezan a sudar las manos y dejo empapada la primera carrilera y casi quedo tuerta en varias ocasiones. Decido que la maya no es para mí en intento el crochet. Esto es con una sola aguja así que tiene que ser más fácil. Además, la aguja está doblada al final para formar una especie de garfio, así que juego al Capitán Hook un ratico antes de empezar. El resultado es idénticamente desastroso, aunque estéticamente diferente. Esta vez he logrado hacer una bola de hilo compacta. Decido que logré tejer la primera bola de golf de la historia, guardo la costura y prendo la televisión. Al menos puedo manejar el control remoto… aunque en realidad no sé para qué sirven todos los botones.

Ángela Álvarez V.

Angela=alvarez_v@yahoo.com

Los vídeos de AT 1

AT a veces manda fotos para el blog, y ahora ha mandado dos vídeos de Youtube. Estuve tratando de aprender a ponerlos en el blog como los he visto en otros, pero no pude. Si alguno de los lectores sabe cómo se hace, seré buen alumno y aprenderé, por ahora los pongo mediante al función vínculo poniendo el nombre del vídeo donde se debe hacer clic.

Vídeo n.° 1 Sound of Music Central Station Antwerp (Belgium)

Vídeo n.° 2 The sound of music...do re mi fa..

sábado, 2 de mayo de 2009

La columna de Angelita

Nota del Editor: El pasado 20 de abril murió en la ciudad de Pereira el doctor Óscar Vélez Marulanda, hombre público de esa ciudad y del departamento de Risaralda. Desde sus funciones como Alcalde de Pereira, como senador de la República realizo obras a favor de la ciudad y del departamento. Fue conocido como plumón y se destacó por buena chispa humorística, Chispa que fue heredada por su nieta Ángela Álvarez Vélez como lo ha podido demostrar durante varios años como columnista de La Tarde, periódico al que este servidor se le pega con el permiso de la autora para reproducir sus columnas.

A la doctora Ángela y a los risaraldenses mi sentido pésame por la pérdida de su abuelo, a la primera, y de su líder, a los segundos.


El último vuelo de Plumón

Cuando alguien ve de cerca la muerte y se le ríe en la cara lo suficiente, empieza a tratarla con algo de ligereza. Óscar Vélez le hizo el quite a eso de morirse una media docena de veces, y siempre volvía con un chiste nuevo. La última vez que estuvo hospitalizado, por ejemplo, nos dijo que se había muerto pero que al Cielo no lo habían dejado entrar porque Pepita estaba en el Comité de Recepción, y que del infierno lo echaron porque los amigos (el Loco Giraldo, Alfonso López y Virgilio Barco) dijeron que él se les tomaba todo el traguito. Parece que a alguien finalmente se le ablandó el corazón. O tal vez logró llevarse una botella de whisky de contrabando y la usó para sobornar a los guardias. El caso es que ya llegó y ahora el Cielo sí se puso bueno porque si había alguien capaz de tomarle el pelo a Dios, era él. Porque eso sí, mamagallista como él sólo.

Nadie cruzó palabras como Plumón sin quedar con una historia para contar. A todos nos hizo alguna: al periodista Daniel Samper Pizano lo convenció de que las piñas eran subterráneas y que cuando uno metía la mano en la tierra y se chuzaba, ahí había una piña; a una secretaria del Senado —que como la mayoría de los humanos no le entendía ni pío de lo que decía— la convenció de que entraba en trance y hablaba en lenguas; en un viaje a Europa convenció a todo el mundo de que era de la Realeza Colombiana y se hizo llamar Conde de Marulanda durante varios días. Y esto es sólo la punta del iceberg. Era un tomador de pelo consumado, con una extraordinaria combinación de humor del más fino, vergüenza de la más escasa y la risa más contagiosa del mundo.

Rió e hizo reír, vivió intensamente, de día y de noche, sin remordimientos ni ataduras gozándose todos sus vicios y virtudes. Fue infaliblemente generoso, irremediablemente coqueto, decididamente optimista, bromista descarado, lector voraz, escritor talentoso, orador prodigioso (nadie le entendía, pero eso era parte de su encanto) goloso hasta el último día e hincha furibundo del Deportivo Pereira y del Real Madrid.

En la política se distinguió por ser encantador en la derrota y magnánimo en la victoria y sobre todo, Liberal. Orgulloso del Partido, comprometido con la región y enamorado de Pereira. Pero de la política, que se encarguen otros.

Yo quiero hablar de mi abuelo, el que escondía torta debajo de la cama y me levantaba a la media noche para que hiciéramos trampa juntos porque siempre nos tenían a dieta; el que le juraba a mi abuela que sólo se tomaba dos dedos de whisky (y levantaba el índice y el meñique mientras nos picaba el ojo a mis hermanas y a mí); el que nos hacía poner rojos porque les decía a las visitas:

—Bueno, o se van o se entran pero esta despedida está muy larga.

O también:

—¿No trajeron sino una tortica? Como tacañitos, ¿no?

Porque en cuanto al dulce, nunca era suficiente. Alguna vez alguien cometió el error de decirle:

—Óscar, ¿quieres milhoja o pastel?

A lo que él respondió;

—¿Cómo que “o”? Quiero milhoja y pastel.

Valga la aclaración: él era comelón, no gourmet. Le encantaban las salsas y los aderezos, a tal punto que hizo combinaciones tan aberrantes gastronómicamente como pizza con salsa ranchera y tamal con salsa de ciruelas. Ningún plato se escapó de ser “mejorado” por pique, mostaza, mermelada o cualquier otra cosa que tuviera a la mano. Y todo, todo, sabía mejor con arequipe por encima.

Su amor por el dulce, el trago y las mujeres lindas lo llevaron a vivir sin reservas, pero a pesar de sus excesos, nunca lo oímos hablar mal de nadie, y había mucho que decir. Le robaron, lo traicionaron, lo abandonaron y a todos los perdonó, y a los que quisieron volver, los recibió. Siempre nos dijo:

—En la política no hay amigos, hay aliados. Las alianzas se pueden acabar, pero eso no significa que la amistad no pueda seguir.

Esa lealtad feroz explica por qué le han hecho tantas condecoraciones, honores, menciones, por qué siempre había alguien en su oficina del centro, tomándose un tinto y echándose un cuento. En la calle la gente lo paraba y le decía

—Doctor, usted no sabe quién soy pero gracias a usted yo pude estudiar.

o también:

—Usted no se acordará de mí pero yo trabajé en una campaña suya.

Pero sí se acordaba, de todos. Les decía por el nombre, les preguntaba por la familia y les encimaba alguna anécdota.

Esa memoria prodigiosa, esa mente brillante y esa chispa inigualable nos hacían decir, cada vez que se enfermaba el abuelo:

—No se preocupen que Plumón nos va a enterrar a todos.

Y cada vez que se aliviaba nos decía cómo quería que fuera su entierro. Insistió en que quería mariachis, nos instruyó que no fuéramos a llorar y pidió que lo enterráramos al lado de la abuela Pepita para poderla molestar durante el resto de la eternidad.

Esta semana con mucha tristeza nos tocó darle gusto. Lo pusimos a descansar junto a Pepita (aunque realmente ahora no va a descansar ninguno de los dos) porque este lunes tanta vida y tanto vivido finalmente desbordaron el cuerpo que lo contenía y por eso lo descartó como un traje viejo con demasiados remiendos. La muerte lo alcanzó al fin. Pero para dicha de todos lo cogió con Buchannan’s en la sangre y tinta de periódico en los dedos.

Centenares de personas se reunieron para darle un último adiós y no hubo lagrimal que quedara invicto. Como prueba del cariño sincero que le tenían al abuelo, a pesar de que había varias docenas de políticos reunidos, nadie hizo campaña y no se mencionó la reelección ni una sola vez.

Todos sentimos el vacío, que tardará generaciones en llenarse. Creo que fue Emilio Loboguerrero Álvarez el que supo poner en palabras lo que los demás estábamos pensando. Le dijo a mi mamá que él iba a hacer un tobogán de nubes para que Óscar pudiera volver a visitarnos. Ojalá Emilio lo logre, pero mientras tanto démosle la despedida que quería. Toquen, mariachis, toquen que él sigue siendo el rey. Nada de lamentos y nada sufragios. Sólo un brindis: ¡Por Plumón!

El lince matemático 7

Solución al problema 8 (ver los comentaros de la entrada del Lince matemático 6)

Problema 9

Don Abel, don Gabriel y don Manuel son tres campesinos que le arrancan a la tierra el sustento para ellos y para sus familias. Ellos empiezan la jornada muy temprano a las 6:00 a. m. y muchas veces a las 6:00 p. m. aún están dándole golpes a la tierra.

Al as 12:00 m., cuando en el campanario de la iglesia del pueblo suena el toque del Ángelus, ellos suspenden su trabajo, se descubren la cabeza y rezan el saludo del arcángel, tocayo de uno de ellos, a María Santísima.

Terminada la oración se sientan debajo de una frondosa ceiba en las cercanías, abren sus fiambreras y proceden al alimento del mediodía. Una vez terminado el almuerzo se echan una siesta de media hora a la sombra de las ramas del árbol.

Cierto día, la hora de la siesta, atinó a pasar por el lugar el mamagallista del pueblo y al verlos dormidos se aprovechó de su impotencia y les pintó la cara de negro.

Los tres amigos despertaron al tiempo, como era su costumbre, y se echaron a reír a mandíbula batiente cuando cada uno vio las caras de sus compañeros pintadas. De pronto don Manuel, el más inteligente de los tres y a quien sus compañeros y conocidos lo tenían por filósofo, dejó de reír pues se dio cuenta de que su cara también estaba pintada.

1.° ¿Cuál fue el razonamiento de don Manuel para que sin espejo, sin un lago cercano y sin llevarse las manos al rostro se diera cuenta de que su cara estaba pintada?

2.° ¿A qué pueblo colombiano corresponde la foto que ilustra el campanario? En la Casa de la Cultura de de ese pueblo dictó una conferencia don Abel (el dueño del blog, no el campesino del problema 9) en uno de los últimos años de la década pasada, invitado por un profesor del lugar.

viernes, 1 de mayo de 2009

Gazapera histórica 7

Hasta bogotano
Vilma Calderón, Santafé de Bogotá, (91-06-14)

Advertencia: En esta entrada lo que está escrito en negro corresponde a una carta personal de Sófocles a la periodista Vilma Calderón en julio de 1999. Lo escrito con verde es el proceso histórico del gazapo durante estos casi 18 años hasta la fecha.

En el noticiero de ayer usted presentó una excelente nota sobre inseguridad, en la que dijo: Hasta el mediodía de hoy es restablecido el servicio eléctrico.

Usted quiso decir:
A. Que el servicio fue restablecido, pero al mediodía fue retirado de nuevo.
B. Que el servicio fue restablecido al mediodía.
Si incluyéramos en algún examen la alternativa anterior, la letra A seria señalada por la mayoría de los habitantes del occidente colombiano, y la B, por la mayoría de los santafereños, cundinamarqueses y boyacenses.

En español la preposición hasta determina un límite temporal de finalización, no de iniciación como lo usan en el altiplano.

Recuerdo que una vez estaba yo en Bogotá y necesité a alguien, le llamé por teléfono y la secretaria, muy amable, me dijo:

—El doctor viene hasta las cinco.

Como eran las cuatro le dije:

—Entonces pásemelo, por favor.

Ella, perdió la amabilidad inicial y me dijo:

—Ya le dije que el doctor viene hasta las cinco.

—Por eso, señorita —le repliqué—, son las cuatro, entonces no se ha ido.

Con ésta última frase perdió del todo la amabilidad y colgó sin pronunciar palabra. Al mismo tiempo, sonreí pícaramente por haber demostrado la confusión originada por la diferencia de significados de una misma palabra.

Muchos otros ejemplos se pueden dar con referencia a esta clase de confusiones que crea el hasta santafereño, que es agravado cuando le anteponen el adverbio sólo. La corrección, generalmente, consiste en eliminar la preposición hasta cuando se sientan deseos de decirla: Al mediodía de hoy será restablecido el servicio, y la frase hubiera quedado verdaderamente hermosa (julio de 1991).

Ésta es una pelea de nunca acabar, existe desde mucho antes de la Gazapera. Aunque yo lo llamo el hasta bogotano —Nombre tomado de la Gazapera de Argos, Roberto Cadavid Misas—, también es propio de otros países de habla hispana. Precisamente, por alguna ligereza de los académicos, se les coló este mico en la edición XXII del Diccionario, en la que aparece aprobado este uso mediante la tercera acepción de la preposición hasta (clic) la que atribuye a a la América Central, a Ecuador y a México mas no a Colombia, a pesar de ser de uso diario en nuestra capital y desde la cual se ha irradiado por mucha parte del país debido a las telenovelas y a los “concursos reales” de televisión (las comillas obedecen a que lo único real de tales concursos es la ingenuidad de los televidentes que los siguen con tenaz entusiasmo para enriquecimiento de los productores).

Parece que cuando se preparaba la primera edición del Depedé, Diccionario panhispánico de dudas, los encargados de la preposición hasta cayeron en la cuenta de la metida de guayos y quisieron suavizar tímidamente la píldora mediante la segunda entrada (clic) en la que propone que para corregir la ambigüedad que produciría la expresión Se abre hasta las tres se anteponga la negación: No se abre hasta las tres o se reemplace hasta por a: se abre a las tres. Habría sido mejor si el Depedé se hubiera dado los tres golpes de pecho correspondientes al mea culpa, me culpa, mea máxima culpa y hubiera desautorizado de un plumazo al Diccionario y abolir semejante dislate. Además eliminarlo de la edición virtual en el avance correspondiente a la edición XXIII. Varias veces ha ocurrido que equivocaciones aprobadas en una edición se corrigen en la siguiente. Errare humanum est (mayo de 2009).