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sábado, 11 de diciembre de 2010

Vista de lince 120

Navidad


¿De dónde le sale la tilde a Noel? Toda la vida he comido galletas Noel sin tildes. ¿Me habrán engañado?
¿Desde cuándo jubilaron o destituyeron al Niño Jesús en su fatigosa labor de repartir los regalos a los niños? A mis hermanos y a mí nos traía el Niño Jesús, muy cumplido. Cuando estábamos saliendo para la Misa de Gallo a las doce de la noche a nuestra madre se le ocurría devolverse porque dejó una olla en el fogón o porque la chalina que llevaba puesta no era la que ella quería lucir esa noche o cualquier otra disculpa. Nuestro padre se quedaba en la puerta con nosotros para asegurarse de que no entráramos al lugar con disculpas similares. Sorteada la dificultad materna salíamos contentísimos parta la iglesia.
De regreso entrábamos corriendo para encontrar los traídos debajo de la almohada y si era muy grande, una bicicleta por ejemplo, quedaba al lado de la cama. De razón nuestra madre se demoraba tanto apagando el fogón o buscando la chalina, pero no percibíamos malicia en eso. Los niños de antaño éramos muy ingenuos.
Nunca necesitábamos escribirle cartas al Niño, con sólo contarles a nuestros padres nuestros deseos quedaba enterado. Nuestros padres eran los encargados de orientar nuestros gustos para no hacerle cargos onerosos al Niño. Esa creencia duraba hasta los doce o catorce años, edad en la que la ingenuidad se iba esfumando de nuestra conciencia. Pero, ah rico que pasábamos. A los niños de hoy los agringaron con esos trineos, renos viejos noeles y árboles de Navidad.

Sin comentarios



jueves, 9 de diciembre de 2010

Vista de lince 119

No hay mayúsculas intermedias en nuestro idioma
Vamos a tratar sobre dos correcciones muy frecuentes: la partícula ex y el uso de mayúsculas.
Un poco de historia
Cuando reapareció la Gazapera bajo mi dirección en El Espectador, encontré que en ese diario se consideraba la partícula ex, que se antepone a los nombres de los títulos, de los cargos y de las dignidades para significar que determinada persona tuvo ese título o ejerció ese cargo o dignidad, pero no lo ejerce en el presente, como una preposición latina y así aparecía la vigésima edición del Diccionario de la lengua española (1984); por ser preposición se escribía separado del nombre respectivo: ex presidente, ex concejal, ex alumno. Participé de ese concepto y más cuando en 1992 la Real Academia le quitó el calificativo de latina a la preposición con lo que entró a engrosar la lista de preposiciones españolas.
Desde ese tiempo se escuchaban voces, como la del profesor Ciro Alfonso Lobo-Serna de la Universidad Sergio Arboleda de Bogotá, que sostenían que esa partícula no podía ser preposición sino un prefijo preposicional, pues tenía el mismo oficio gramatical que los prefijos vice- y sub- en las palabras vicerrector, viceministro, subgerente, subteniente. Además la Real Academia hacía aparecer la palabra excombatiente, y aún aparece, con el mismo significado de ex combatiente. Comprendo la lógica de la teoría del doctor Ciro Alfonso, pero por disciplina y por costumbre he usado la forma preposicional, ex presidente.
Cuatro años después de llegar a El Espectador con la Gazapera, llegué a El Colombiano con la Vista de lince, allí encontré el uso de prefijo, pero poco a poco fue entrando la forma preposicional de tal manera que se puede decir que han convivido el ex ministro con el exministro, el excombatiente con el ex combatiente y todos los demás exes en forma proposicional con las correspondientes formas de prefijos. He sido respetuoso de esa convivencia por considerar lógica la teoría del doctor Ciro Alfonso y por mi teoría de la jurisprudencia gramatical: “Lo que es bueno a una palabra sigue siendo bueno a todas las demás que se le parezcan”.
Aunque la Real Academia sigue manteniendo el excombatiente en su nómina, fue visto por algunos de nosotros como causa de un interés extremo para mantener esa partícula ex separada de la palabra el haberla catalogado en la última edición del Diccionario, la XXII (2001), como adjetivo (¿?). ¡Qué despelote! Si fuera adjetivo tendríamos que decir un ex presidente, varios exes presidentes. No veo razón lógica para que un adjetivo calificativo no tenga plural. No me adherí a la idea del adjetivo: sigo con la idea preposicional.
Cuando hace un mes y pico se suscitó la alharaca periodística acerca de que la Ortografía la echarían a la sartén, irían a revolver y sacarían una nueva. Uno de los cambios vislumbrados sería el reconocimiento de la lucha de Ciro Alfonso y compañeros pues convertirían la partícula en prefijo y a los preposicionistas y a los adjetivistas nos volverían ropa de trabajo. La reunión de reforma ya fue (28 de noviembre pasado) y ha logrado trascender a la opinión que de los cambios esperados, como que ni la pasta del libro.
No hago cábalas mientras no vea el texto reformado, pero en este punto, a lo máximo, creo que saldrá la convivencia pacífica que siempre ha existido. Si me equivoco y la orden de pasarnos a prefijo viene taxativa, no será para que mis detractores me hagan brujos: obediente como perrito regañado con la cola entre las patas me pasaré para el equipo de don Ciro Alfonso. El día de la quema se verá el humo.
A todas esas, he notado que el principal periódico de mi ciudad corrió a reforzarse en la forma de prefijo como antaño al conocer los rumores de cambio de que hable. Eso está muy bien, reitero que acepto los exministros, los expresidentes, los exconcejales. Pero lo que no puedo aceptar es lo que está pasando con altos cargos:








En español no existen las mayúsculas intermedias; veamos los numerales 4.31 y 6.9 del Diccionario panhispánico de dudas en su entrada mayúsculas:
«4.31. Los títulos, cargos y nombres de dignidad, como rey, papa, duque, presidente, ministro, etc., que normalmente se escriben con minúscula, pueden aparecer en determinados casos escritos con mayúscula. Así, es frecuente, aunque no obligatorio, que estas palabras se escriban con mayúscula cuando se emplean referidas a una persona concreta, sin mención expresa de su nombre propio».
6.9. «Los títulos, cargos y nombres de dignidad como rey, papa, duque, presidente, ministro, etc., se escriben con minúscula cuando aparecen acompañados del nombre propio de la persona que los posee, o del lugar o ámbito al que corresponden».
1.° la palabra expresidente de por sí es un título. No lo es sólo el componente presidente. Si alguien considera necesario ponerle mayúscula, se la debe poner a la palabra Expresidente. No hay Mayúsculas intermedias.
2.° En todas las fotos mostradas está el nombre del expresidente, si está ese nombre, el título no reemplaza el nombre propio del exmandatario (4.31) y además va acompañado del nombre del exfuncionario (6.9) por cada una de esas razones la palabra expresidente no lleva mayúscula.
En estas dos fotos van bien:




Otro bodrio




Además de la mayúscula intermedia la partícula ex se antepone (en cualquiera de las dos formas explicadas) a nombres de títulos, cargos y dignidades. Aplicárselo a organizaciones o a empresas para referirse a alguien que perteneció a una de ellas es coloquial no aprobado.
Cerremos por hoy con un eufemismo
Miremos las definiciones de anciano y de viejo.
Ninguna de las dos tiene un sentido despectivo para ser nombrados con alguna de ellas los que hayan llegado a los 70 años para la segunda o los que tenmos mucha edad, para la primera. Me di cuenta de que tenía mucha edad cuando un joven, al parecer universitario, se levantó del asiento en el metro y me cedió el puesto, eso ocurrió hace unos cuatro años cuando hacía poco había cumplido los 60 años. Confieso que vacilé en aceptarle el puesto, no me sentía impedido para hacer el viaje de pie como muchas veces lo he hecho. Aceptar aquel puesto era aceptar haber llegado a la ancianidad: lo acepte y no regañé al muchacho por insolente ni empecé a decir que yo era un adulto mayor o un miembro de la tercera edad, como tratan de disfrazar esa condición natural de llegar a la ancianidad. Mis canas fueron elocuentes para aquel joven que me abrió la puerta.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Vista de lince 118

Lo que pasa cuando el titulador y el redactor son personas diferentes
Ante todo, al igual que todos los habitantes del valle del Porce (Valle de Aburrá), me siento orgulloso de los 15 años de nuestro metro. Para los dirigentes de tan magna obra: para los que la construyeron y para los que la operan, mantienen y expanden una humilde voz de apoyo desde esta tribuna de don Abel.
Mi alegría y mi satisfacción no obnubilan mi vista de lince para detectar lo que se pudo evitar previamente. Uno de los artículos de una separata del primer diario de mi ciudad pretendía exaltar la labor de los dirigentes durante  estos quince años:
Esto dijo la periodista:


Eso es cierto.
Esto dijo el titulador o, mejor, esto le hizo decir al gerente del metro:



Eso es falso
¿Qué dijo la periodista?
La periodista dijo que el metro de Medellín es el único metro del país. Eso es cierto.
¿Qué entiende la gente que dijo el gerente?, que no lo dijo, se lo hicieron decir.
La gente entiende que el gerente dijo que el metro de Medellín es el único sistema de transporte masivo del país. Eso es falso.
Después, rasgadura de vestiduras diciendo que el resto del país no nos quieren a los paisas. Pues claro, haciendo decir semejantes barbaridades a nuestros dirigentes. Se supone aquí que el gerente de nuestro metro desconoce la labor de Transmilenio de Bogotá, Megabús de Pereira, MIO de Cali, Metrolínea de  Bucaramanga y Transmetro de Barranquilla, sitemas de transporte masivo en operación que no son metros, pero sí sistemas de transporte masivo y muy buenos (conozco los dos primeros). También "ignora" el gerente los sitemas Metroplús de Medellín, Transcaribe de Cartagena, y Metrobús de Cúcuta, que están en diferentes etapas de proyecto y ejecución de obras.
Les dejo un enlace para ilustración de lo dicho:
Los datos
Tuve que reflexionar bastante acerca de dos de los datos (que no cifras) que encuentro en este cuadro: el primero de la columna izquierda y el tercero de la derecha.


No daba con el significado de "tiquetes" del primero contra el de "pasajeros" del segundo, hasta cuando me di cuenta de que el número de pasajeros era la mitad del de tiquetes; bueno, casi, porque hubo que ajustar con medio pasajero hipotético para que no quedara una pasajero partido por la mitad.
Ahí fue donde la puerca torció el rabo, comprendí que el autor del cuadro supuso que los pasajeros de ida eran los mismos de venida y no hay tal. Puedo llenar esta entrada de circunstancias por las que las que un pasajero no consuma exactamente dos tiquetes al día. Puede ser uno porque se fue y no volvió o se regresó en otro medio de transporte. Pueden ser muchos porque durante el día utilizó muchas veces el servicio y terminaron contando un pasajero por cada dos veces que usó el sistema. Para muchos, me incluyo, el metro es una de nuestras herramientas de trabajo. Considero que la medida importante es tiquetes y no pasajeros.