Sección dedicada al
clero, a las comunidades religiosas, a las comunidades eclesiales y a las
comunidades pastorales.
Ad maiorem Dei Gloriam
Tomado
de El Espectador, Gazapera del (11-12-21).
Una de las palabras que
han sido cambiadas en la novena de Navidad es aquella que le concede a José la paternidad de Jesús. La condición de padre putativo le fue
cambiada por la de adoptivo. Esas palabras no son sinónimas. Muchas personas no
saben el significado de la primera y no pocas dejan escapar una sonrisa
maliciosa si algún lector la dice. Es tan fácil abrir un diccionario y
averiguar de qué se trata.
Los cristianos sabemos
por fe que José no es el padre biológico de Jesús, pero eso no lo sabían los
judíos de aquel tiempo, y por ser María esposa de José, el hijo que de ella
nació, aparecía como hijo de éste. José no lo adoptó y Jesús, ante la Ley de
aquel tiempo, recibe el título de hijo de David por ser hijo de José. El
adjetivo «putativo» viene del adjetivo latino «putativus», ‘aparente’,
‘imaginario´ y el significado que el Diccionario al adjetivo español es ‘tenido
por padre, hermano, etc., sin serlo’. Mientras que el verbo «adoptar» significa
‘recibir como hijo, con los requisitos y solemnidades que establecen las leyes,
al que no lo es naturalmente’. Ser padre adoptivo requiere la intervención de
la Ley, ser padre putativo, no. San José no es el único padre putativo de la
Historia, hoy en día cualquier hijo habido en matrimonio es putativo del esposo
si biológicamente no lo es.
¿Jesús es Verbo o
Palabra?
Empecemos con los
primeros versículos del primer capítulo del Evangelio de San Juan tomado de la
versión latina de la Biblia denominada Nova Vulgata, adaptación conciliar
(Concilio Vaticano II, 1979) de la Vulgata traducida al latín por San Jerónimo de Estridón:
In principio erat
Verbum, et Verbum erat apud Deum, et Deus erat Verbum. Hoc
erat in principio apud Deum. Omnia per ipsum facta sunt, et sine ipso factum
est nihil, quod factum est; in ipso vita erat, et vita erat lux hominum, et lux
in tenebris lucet, et tenebrae eam non comprehenderunt. Fuit homo missus a Deo,
cui nomen erat Ioannes; hic venit in testimonium, ut testimonium perhiberet de
lumine, ut omnes crederent per illum. Non erat ille lux, sed ut testimonium
perhiberet de lumine. Erat lux vera, quae illuminat omnem hominem, veniens in
mundum. In mundo erat, et mundus per ipsum factus est, et mundus eum non
cognovit. In propria venit, et sui eum non receperunt. Quotquot autem
acceperunt eum, dedit eis potestatem filios Dei fieri, his, qui credunt in
nomine eius, qui non ex sanguinibus neque ex voluntate carnis neque ex
voluntate viri, sed ex Deo nati sunt. Et Verbum caro factum est et habitavit in
nobis; et vidimus gloriam eius, gloriam quasi Unigeniti a Patre, plenum gratiae
et veritatis. (Jn 1, 1-14).
Esos catorce versículos
constituyen lo que en la Misa de rito tridentino se llama el «último evangelio»
no porque fuera el último escrito, sino porque se recita después de que la Misa
a ha terminado. Fue puesto en esa Misa por algún papa para refutar a algunos
herejes –entre ellos, los testigos de Jehová– que niegan la divinidad de
Jesucristo (por favor, no me critiquen por no indagar sobre la anécdota
completa porque eso se sale del propósito de este artículo). Observemos en ese
trozo latino que la palabra «Verbum» está cuatro veces, todas cuatro con
mayúscula inicial.
Veamos ahora la versión
española de la Biblia traducida directamente de las fuentes hebra y griega por
el padre Alberto Colunga Cueto O. P. y el canónigo Eloíno Nácar Fúster (Nácar-Colunga), primera
en español aprobada por nuestra Iglesia y considerada por muchos como la mejor
(Wikipedia).
Al principio era el
Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba al principio
en Dios. Todas las cosas fueron hechas por Él, y sin Él no se hizo nada de
cuanto ha sido hecho. En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los
hombres. La luz luce en las tinieblas, pero las tinieblas no la abrazaron. Hubo
un hombre enviado de Dios, de nombre Juan. Vino éste a dar testimonio de la
luz, para testificar de ella y que todos creyeran por él. No era él la luz,
sino que vino a dar testimonio de la luz. Era la luz verdadera, que viniendo a
este mundo, ilumina a todo hombre. Estaba en el mundo y por Él fue hecho el
mundo, pero el mundo no le conoció. Vino a los suyos, pero los suyos no le
conocieron. Mas a cuantos le recibieron dioles poder de venir a ser hijos de
Dios, a aquellos que creen en su nombre; que no de la sangre, ni de la voluntad
carnal, ni de la voluntad de varón, sino de Dios son nacidos. Y el Verbo se
hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria como de
Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Nuevamente vemos la
palabra «Verbo» cuatro veces y todas cuatro con Mayúscula inicial
Las palabras «verbum»,
en latín, y «verbo» en español, expresan los conceptos que en español decimos
con las palabras «palabra», ‘sonido o sonidos que expresan una idea’, y «verbo»
‘clase de palabras que puede tener variación de persona, número, tiempo, modo y
aspecto’, con la diferencia de que en latín predomina el primer significado
sobre el segundo, mientras en español es al contrario: predomina el segundo
sobre el primero. Eso lleva a algunos gramatiqueros a hacer conjeturas
ridículas como éstas: « ¿Cómo así que Jesús es verbo?, ¿de qué conjugación?,
¿por qué no termina en -ar, en -er o en –ir?; lo que sólo muestran el desconocimiento
semántico ya explicado.
Algún día empecé a
escuchar ese pasaje del evangelio en esta forma:
«En el principio existía
la Palabra y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios [...]. Y la
Palabra se hizo carne…». Para mí eso ha sido disonante y empecé a investigar y
encontré que uno de los más importantes exponentes de esta moda es una versión
española de la Biblia de Jerusalén, igualmente traducida las fuentes hebrea y
griega. Es de anotar que en griego se usa la palabra «logos» con su significado
de ‘palabra’ que, como vimos, en latín es «verbum». Lamentablemente para mis
oídos la versión española que usa la palabra «Palabra» parece ser la preferida
por los organizadores de los textos litúrgicos pues la palabra «Verbo» como que
fue dada de baja en el argot eclesiástico.
Pero no me doy por
vencido:
Abramos el Diccionario
de la lengua española de la Real Academia Española (lo encuentran en www.rae.es) en la palabra «verbo»
y saquemos de allí la tercera acepción:
ORTOGR. Escr. con may. inicial.
Es entendible que la
Real Academia le haya asignado a la segunda persona de la Santísima Trinidad el
significado de «Verbo» desde tiempos en que el rito tridentino de la Misa era
el único autorizado. Ese significado no lo tiene la palabra «Palabra» lo que
indica que la versión española de la Biblia de Jerusalén y las que a ella
siguen incluyendo las ediciones litúrgicas de los leccionarios usan una palabra
inexistente en el Diccionario oficial de la Real Academia Española.
Pero hay más:
Abramos el Diccionario
en la palabra «palabra». Como ven, nada dice de la segunda persona de la
Santísima Trinidad. Sigamos más abajo donde están las locuciones, expresiones y
frases que contienen la palabra «palabra», muy cerquita del inicio encontramos
la siguiente:
Obviamente se escribe
con mayúscula.
Tenemos allí una causal
de error que se percibe en las ceremonias pues cuando escuchamos «Palabra» no
sabemos si se refieren a Jesucristo o a la Biblia.
Existen además de la
Congregación del Verbo Divino, cantidad considerable de las comunidades
eclesiales y grupos de oración que se denominan con las palabras Verbo de Dios, refiriéndose a
Jesucristo.
Como ven no es simple
capricho de oído, sino también de sentido práctico para evitar errores
semánticos en las ceremonias.
Receso
Debido a uno de los tantos
recesos que lamentablemente este blog tiene, no he tenido cuidado de llevar la
cuenta que me propuse de templos visitados (sin nombrarlos) por lo que propongo
borrón y cuenta nueva a partir del 1.° de enero de 2012. Por lo pronto, digo
los errores más escuchados en los templos visitados: el lenguaje incluyente
(Calixto 1) y el verbo colocar (coloquémonos de pie) y otros a los que dedicaré
una entrada próxima.
Laus Deo Virginique Matri
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