Recuerdos de Montreal
Luis Fernando Múnera López
En la última semana de noviembre de 1998 varios funcionarios del Municipio de Medellín y de Empresas Públicas de Medellín, EPM, estuvimos en Montreal, Canadá, para una visita a la compañía local de electricidad, Hydro-Québec. El domingo recorrimos la ciudad, acompañados por Joanna, una guía turística québécoise. Esta mujer fue una grata compañía gracias a su espíritu alegre, amén de su conocimiento agudo y minucioso de la cultura local. En el hotel, por la noche, revivimos en tertulia las experiencias del día, que aquí consigno brevemente.
“¿Saben ustedes cuál es nuestro primer deporte nacional? –nos preguntó al iniciar el recorrido–. Es el hockey sobre el hielo. ¿Y saben cuál es nuestro segundo deporte? ¿El béisbol, el esquí, el fútbol…? ¡No! Ninguno de ellos. Nuestro segundo deporte nacional es cambiarnos de casa. Lo hacemos todos los años el 1.° de julio, porque es el día en que los niños salen a vacaciones del colegio. No lo hacemos antes, para no dañarles el estudio, y no lo hacemos después para no dañarnos las vacaciones. Este año hubo 200.000 trasteos en Montreal ese día”.
Según nos contó el Cónsul de Colombia durante un encuentro que tuvimos con él esa noche, con todo el movimiento de los trasteos, ese 1.° de julio parecía que hubiese una guerra en la ciudad. Había llegado el Ballet Folclórico de Antioquia para unas presentaciones en la ciudad y el cónsul no pudo conseguir un camión para transportar la utilería, porque todos estaban ocupados en trasteos.
Joanna continuó con sus explicaciones: “¿Cuál es la razón para cambiarnos de casa? Son muchas posibles: Porque queremos cambiar de barrio, porque queremos cambiar el colegio de los hijos, porque queremos cambiar de marido, porque queremos un apartamento más barato, porque queremos un apartamento más caro para mejorar el estatus, porque queremos un patio atrás, porque estamos cansadas de un patio atrás, porque estamos cansadas de los tendederos de ropa de los vecinos, porque no queremos hacer la limpieza de nuestro apartamento…
”Obviamente no limpiamos el apartamento que dejamos y nos enojamos porque el nuevo apartamento tampoco lo limpiaron y nos lo dejaron hecho una miseria por la mugre. Inclusive nos dejaron cosas viejas para botar. Pero no importa, la ilusión del nuevo hogar nos hace limpiarlo y pintarlo. Cuando terminamos, quedamos muy cansadas y nos sentamos en el patio de atrás a descansar con una deliciosa cerveza Moslen bien fría… para mirar los tendederos de ropa de los vecinos. Un requisito indispensable de nuestras casas es poder ver las ventanas y patios de nuestros vecinos para saber cómo viven. Lo mismo hacen ellos con nosotros.
”Los tendederos de ropa son muy importantes. Gracias a la ropa extendida sabemos muchas cosas de nuestros vecinos. Sabemos si lavan la ropa cada día, cada semana o cada mes. Sabemos el tamaño de la señora gracias a sus calzones colgados. Sabemos cuántos niños tienen y de qué edades. Sabemos si la vecina es casada, porque aparece ropa de hombre colgada. Ahora bien, si a los días o semanas desaparece la ropa del hombre hay dos posibilidades: una, se fue a un largo viaje de negocios, y la otra, se separaron. Entonces es el momento de hacerle una visita a la vecina para tomarse una tacita de café y averiguar bien el chisme. Si después vuelve a aparecer ropa de hombre y es distinta a la que había antes, la vecina se consiguió un nuevo amigo. Si la que se fue es la señora, no volvemos a ver ropa colgada porque el hombre es muy perezoso y la pone en la secadora eléctrica.
”Nosotros en Québec siempre hemos sido franceses, pero llegaron los ingleses y nos conquistaron. Vinieron muchos y se volvieron más que nosotros. Entonces nuestro Gobierno nos estimuló para que tuviéramos muchos hijos y así ser más numerosos que ellos otra vez. Para que pudiéramos caber en las casas, las construyeron más juntitas y con las escaleras por fuera para tener más espacio adentro. Así mientras los ingleses se dedicaban a conseguir plata, nosotros nos dedicábamos a tener hijos. Ellos se volvieron cada vez más ricos y nosotros más pobres. Pero conseguimos llegar a ser más numerosos que ellos. Entonces nos rebelamos contra ellos e hicimos la Guerra de la
Independencia. Para negociar la finalización de la guerra nos cambiaron Québec por Jamaica y otras islas del Caribe que producen azúcar. Los ingleses nos cambiaron por azúcar.
”Nosotros a los ingleses les decimos ‘cabeza cuadrada’ porque no son capaces de aprender francés, ya que son muy rígidos mentalmente. Ellos nos dicen a nosotros ‘ranas’ porque saltamos ágilmente del francés al inglés y viceversa cuando estamos conversando. Ellos tienen un problema con su cabeza cuadrada, cuando tienen dolor de cabeza necesitan cuatro aspirinas, una para cada rincón.
”Vamos a llegar a una esquina donde hay dos edificios muy importantes, el consulado de Estados Unidos y el Palacio de Justicia de Montreal. Están frente a frente, ambos marcados con el numero 1, el del este y el del oeste de esa calle. –nos los muestra. Mientras el Palacio de Justicia es un bello edificio neoclásico, el ‘consulado’ es un local de hamburguesas Mac Donald´s–. En la otra calle hay un edificio igualito al Empire State Building de New York, pero sólo tiene veinte pisos en lugar de cien como el otro. Nosotros estamos seguros de que ellos nos lo copiaron.
”Esta es la Catedral de Notre Dame de Montreal, se parece también a la que hay en París, pero en este caso estamos seguros de que ellos no nos la copiaron. La construyó un arquitecto gringo y además protestante. Esto dio lugar a muchos chismes. Antes de terminarla, se convirtió al catolicismo y cuando murió lo enterraron dentro de la iglesia, lo cual hizo que se acabaran los chismes…”
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