Caminos y montañas
Elogio de la Ingeniería
Carlos Castro Saavedra.
«Trabajo y Rectitud»
Sencillas, obligantes y bellas son las palabras
que encabezan estas líneas y que forman el lema de la Escuela de Minas de Medellín,
desde los albores de su faena educativa: «Trabajo y Rectitud». Simples voces
que a menudo pronunciamos todos, pero muy pocas veces acercamos la inteligencia
y el corazón para arrebatarles su más entrañable contenido e incorporarlo a
nuestra vida y a nuestra sangre.
No se refiere el lema de la
Escuela de Minas, en forma directa a la formación científica ni a su
importancia, en cambio, señala y determina dos hermosas virtudes, sin las
cuales es imposible completar las profesiones y los oficios, y darles a unas y
a otros un fundamento ético y una base sólida e irremovible.
El trabajo, que naturalmente
abarca todas las actividades del hombre, es fuente inagotable de riquezas
materiales y espirituales, cuando se realiza con rectitud, con honradez y con
certidumbre de que las manos , al moverse para perforar montes o hacer números
sobre una hoja de papel, no empañan el aire ni oscurecen el alma, sino que, por
el contrario, exterior e interiormente, multiplican y fortalecen la claridad.
¿De qué sirve saber trazar una
carretera o tender un puente sobre un río, con sabiduría y eficacia, si a la
vez se está falseando la verdad en algún sentido y comprometiendo el nombre de
una profesión, de un país y de la persona humana? Las carreteras son hermosas y
transitables, en el más profundo sentido de estas dos palabras, cuando el trabajo
que les da vida se realiza con rectitud y los ingenieros, lo mismo que los
obreros que los acompañan en la faena diaria, sienten, al avanzar, que están
haciendo la patria, el progreso y la felicidad de toda la familia humana.
Trabajo y rectitud son términos
inseparables, términos que se complementan y sintetizan las mejores virtudes del hombre.
Es grato encender el fuego del
hogar para cocer los alimentos, iluminar
las habitaciones y contrariar el frío,
pero es ingrato y criminal desatar el fuego de la guerra para que devore los
campos y las ciudades. De modo que todos los esfuerzos y labores, deben contar
con la rectitud para que tengan un feliz desenlace, cuyas proyecciones alcancen
el mayor número de seres posible.
De manera que la Escuela de Minas
ha dado a sus hijos un lema claro y hondo, con el cual ellos han sabido
cumplir, desde cuando comenzaron a crecer los números sobre los tableros y la
ingeniería dio los primeros pasos sobre los valles y sobre las montañas, para
someter la Naturaleza, modernizar y engrandecerá a Antioquia, y a Colombia
entera.
«Trabajo
y Rectitud». He aquí una de las mejores obras de nuestra ingeniería.
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