Elogio de la Ingeniería
Carlos Castro Saavedra.
Escuela de Minas
Siempre
es difícil comenzar, bien sea a vivir a talar bosques a abrir caminos, a construir pueblos o a
levantar torres que constituyan símbolos de sabiduría y de progreso. Al
principio las manos son pesadas y lentas, y el espíritu tropieza a menudo con
obstáculos que parecen insalvables y naturalmente están emparentados con el
pesimismo y con la desesperanza. De todos modos la vida no se detiene, y,
numerosamente, invade la sombra y el silencio para hacerse a sí misma y convertir
en realidad los sueños de los hombres.
Dentro este orden de ideas, la
Escuela de Minas de Medellín, reas de gestarse en la oscuridad —quién sabe
durante cuánto tiempo— empezó a existir, con rasgos definidos y promisorios,
gracias a la Ley 60 del 20 de noviembre de 1886.Su primer rector fue Pedro Nel
Ospina, a quien sucedió el vicerrector Luis M. Tisnés, un poco mas adelante
éste fuie reemplazadopor don Tulio Ospina. La inauguración oficial del plantel
se hizo el 2 de enero de 1888. Fueron rectores también, en esta primera etapa,
José María Escivar y Eduardo Zuleta. El 30 de noviembre de 1893, confirió la
Escuela los primeros títulos a Carlos Cock, a Alonso Robledo y a Antonio
Álvarez. Dos años después fue clausurada para volverse a abrir el 5 de abril de
1904, bajo la dirección de don Tulio Ospina nuevamente quien desde la
universidad le brindó su apoyo generoso, hasta retornar a la ingeniería y y
dedicarse por entero al naciente mundo de la ingeniería antioqueña, del cual
sólo lo apartó su muerte, acaecida en Panamá el 17 de febrero de 1921.
Don Tulio fue el artífice y
moderador de los primeros años de la Escuela de Minas. Puede hablarse de que
don Tulio, magnífico ejemplar humano, hijo de Antioquia y de sus montes, se
enamoró delk barro encomendado a la sabiduría y a la buena voluntad de sus manos.
Con gesto de paciente escultor, dio forma perdurable a la Escuela, la puso en
buen camino —el de la marcha lenta, pero segura, el del armónico desarrollo— y
le imprimió carácter. Seguramente alcanzó a columbrar lo que su esfuerzo, siempre
desinteresado e inteligente, iría a representar para el país con el paso del
tiempo. Puede hablarse también, ya en lenguaje poético, de que don Tulio, bajo la tierra que lo cubre es
abuelo de muchos caminos trazados por sus duscípulos sobre la piel de la
patria, de muchas carreteras y vías férreas construidas por sus hijos del
espíritu —los ingenieros que tuvieron la fortuna de ser guiados por él— sobre
la corteza de la nación.
Antioquia necesitaba la
oportunidad de expresarse nacionalmente, a través de la ciencia, de la técnica,
y de una formación espiritual que representase un avance verdadero, y esa
oportunidad la tuvo en la Escuela de Minas y la sigue teniendo y aprovechando ejemplarmente.
Hace ya muchos años que la Escuela es viva imagen de esta sección de la
República y episodio inseparable de su historia y de su progreso. Hace muchos
años igualmente, que produce ingenieros para todo el país y en esta forma lima
asperezas de la geografía, multiplica la red de Comunicaciones y aglutina a
Colombia entera em torno de sus más altos ideales.
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