Mundo moderno
Neologismos y neo-neuralgias
No quiero patear la lonchera, ni mucho menos. Cierto día apareció en páginas contiguas a ésta un artículo que incluía la palabra “direccionar”. Sé lo que están pensando pero no, no era la transcripción de una entrevista a un funcionario venezolano ni alguien para quien el español fuese una segunda lengua. La palabra aparecía así, sin disculpas ni comillas ni nada que indicase que el autor lamentara la inclusión del vocablo.
Quiero aclarar que no me las vengo aquí a dar de mucho café con leche. Provengo de una familia con un largo historial de inventar palabras. Mi tío Luis Miguel, por ejemplo, conjugaba cualquier cosa, desde el verbo piedra (yo piedro, tu piedras) en adelante. Y mi sobrino Emilio, quien heredó el talento, es el responsable de haber introducido verbos como saltarar (de saltar), finquiar (de ir a la finca), lambar (por ejemplo, lambar un helado), piscinar (meterse a la piscina, cosa que hace siempre bajo estricta supervisión adulta) y machetar (de usar el machete, y antes de desmayarse vea el anterior paréntesis).
Yo no me quedo atrás. Cuando voy al centro digo que voy a ‘centriar’; cuando tengo que ir a hacer vueltas, digo que voy a ‘vueltiar’; si me voy a dormir un ratico digo que voy a ‘siestiar’. En realidad, el arte de inventar palabras es bastante común, al menos entre mi familia y nuestros allegados. Con frecuencia oigo que la gente dice que va a raniar cuando va a conversar, a parviar o a tomar chocolate parviado con alguien o que están foquiados cuando tienen sueño. Nada de malo le veo a incluir en el léxico familiar algunas palabras originales y poco castizas para darle color a la conversa.
Pero otra cosa muy distinta es cuando los periodistas y locutores y demás personas con acceso a los medios de comunicación instigan el uso de palabras inventadas haciéndolas pasar por castizas, como la aberrante “accequible”, o importan extranjerismos como “direccionar” en vez de dirigir o lecturabilidad en vez de legibilidad. Otras veces se inventan usos para palabras existentes como, recientemente, que hay personas que son ‘sospechosos de tener el virus’ en vez de ‘se sospecha que’ tienen el virus o la presentadora que en una entrevista dijo que gracias a sus compañeras se había ‘perfeccionado demasiado para eso de ser presentadora’. Esta ex reina y todos los que dicen ‘efectivizar’ en vez de hacer efectivo o ‘vacacionar’ en vez de salir de vacaciones ni siquiera intentan esculcar el español en busca de la palabra adecuada.
Pero yo batallaré hasta en cansamiento, y me dedicacionaré a defendizar el idioma demasiadamente. Por ello, prometo no desfalenciar en mi performación idiomática y permanecer accequible a todos aquellos sospechosos de malhablar hasta lograr que concesionemos un léxico que sea lectubrable y espiquiable para todos los que habemos. He decido.
Neologismos y neo-neuralgias
No quiero patear la lonchera, ni mucho menos. Cierto día apareció en páginas contiguas a ésta un artículo que incluía la palabra “direccionar”. Sé lo que están pensando pero no, no era la transcripción de una entrevista a un funcionario venezolano ni alguien para quien el español fuese una segunda lengua. La palabra aparecía así, sin disculpas ni comillas ni nada que indicase que el autor lamentara la inclusión del vocablo.
Quiero aclarar que no me las vengo aquí a dar de mucho café con leche. Provengo de una familia con un largo historial de inventar palabras. Mi tío Luis Miguel, por ejemplo, conjugaba cualquier cosa, desde el verbo piedra (yo piedro, tu piedras) en adelante. Y mi sobrino Emilio, quien heredó el talento, es el responsable de haber introducido verbos como saltarar (de saltar), finquiar (de ir a la finca), lambar (por ejemplo, lambar un helado), piscinar (meterse a la piscina, cosa que hace siempre bajo estricta supervisión adulta) y machetar (de usar el machete, y antes de desmayarse vea el anterior paréntesis).
Yo no me quedo atrás. Cuando voy al centro digo que voy a ‘centriar’; cuando tengo que ir a hacer vueltas, digo que voy a ‘vueltiar’; si me voy a dormir un ratico digo que voy a ‘siestiar’. En realidad, el arte de inventar palabras es bastante común, al menos entre mi familia y nuestros allegados. Con frecuencia oigo que la gente dice que va a raniar cuando va a conversar, a parviar o a tomar chocolate parviado con alguien o que están foquiados cuando tienen sueño. Nada de malo le veo a incluir en el léxico familiar algunas palabras originales y poco castizas para darle color a la conversa.
Pero otra cosa muy distinta es cuando los periodistas y locutores y demás personas con acceso a los medios de comunicación instigan el uso de palabras inventadas haciéndolas pasar por castizas, como la aberrante “accequible”, o importan extranjerismos como “direccionar” en vez de dirigir o lecturabilidad en vez de legibilidad. Otras veces se inventan usos para palabras existentes como, recientemente, que hay personas que son ‘sospechosos de tener el virus’ en vez de ‘se sospecha que’ tienen el virus o la presentadora que en una entrevista dijo que gracias a sus compañeras se había ‘perfeccionado demasiado para eso de ser presentadora’. Esta ex reina y todos los que dicen ‘efectivizar’ en vez de hacer efectivo o ‘vacacionar’ en vez de salir de vacaciones ni siquiera intentan esculcar el español en busca de la palabra adecuada.
Pero yo batallaré hasta en cansamiento, y me dedicacionaré a defendizar el idioma demasiadamente. Por ello, prometo no desfalenciar en mi performación idiomática y permanecer accequible a todos aquellos sospechosos de malhablar hasta lograr que concesionemos un léxico que sea lectubrable y espiquiable para todos los que habemos. He decido.
angela_alvarez_v@yahoo.com
4 comentarios:
A Angelita le faltó "esculcar el español", como ella dice, para darse cuenta de que la palabra "vacacionar" sí existe en el Diccionario. Además, no es lo mismo "lecturabilidad" que legibilidad. Esta última viene de "legible", que no tiene el mismo sentido.
Estimado anónimo:
Tiene usted razón en la observación de que Angelita no esculcó suficientemente el Diccionario, pues habría encontrado el verbo "vacacionar". Tiene razón, también en que "lecturabilidad" y "legibilidad" no son lo mismo. Claro, "lecturabilidad" no existe porque viene de "lecturable" y éste de "lecturar". Ninguno existe. Lo que se quiere decir con "lecturabilidad" es "índice de lectura". No me cae mal "legibilidad", como propone Angelita, pero reconozco que entra forzado.
La "lecturabilidad" se asimila más a "inteligibilidad" o a "aprehensibilidad": la calidad de entendible, que incluye, pero no se limita a, la legibilidad.
Yo soy el "anónimo" que escribió el primer mensaje, pero no escribí el tercero. Lo que dice el otro anónimo es que algo "lecturable" es lo mismo que "inteligible", o sea, que puede ser entendido. Eso no es verdad. Lo que llaman "lecturabilidad" se refiere a la cantidad de lectores que tiene alguna columna, algún periódico, alguna obra literaria...
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