PATERNIDAD
Un viejo triste, huraño, sórdido,
cruzó mi tierra maternal.
Tras lo turbio de sus pupilas
hallé tan sólo ruindad.
Un viejo triste, huraño, sórdido,
cruzó mi tierra maternal.
Tras lo turbio de sus pupilas
hallé tan sólo ruindad.
¡Cuán malo es! —dije en mí mismo—
¡que no le vea nunca más!
Si no reprimo mis cóleras
los perros le voy a azuzar.
Después —¡oh hermosura de la vida!—
de aquel horrible hombre en pos
iba un niño por el sendero,
y en el sendero era una flor.
¡que no le vea nunca más!
Si no reprimo mis cóleras
los perros le voy a azuzar.
Después —¡oh hermosura de la vida!—
de aquel horrible hombre en pos
iba un niño por el sendero,
y en el sendero era una flor.
Un vaso de agua, con voz pura
me pidió por amor de Dios;
tembloroso y lleno de lágrimas
dije: —¡Por amor tuyo te lo doy!
Era aquel niño claro y fino,
rosado cual lirio de abril;
a través del cristal yo miraba
de su boca el puro rubí.
—Pequeñuelo, te doy mi granja,
mi pan, mi afecto: mora aquí.
—Mi viejo padre gana el pan de cada día
y es dichoso en mi amor.
Yo comprendí...
¡Oh plenitud! Y desde entonces
a ningún padre odio jamás:
toda miseria la redime
una corona paternal.
Quien tiene un niño, ha ejercitado
divinamente el don de crear.
Quien tiene un niño sublima el mundo
y lo nutre de eternidad...
Porfirio Barba Jacob
3 comentarios:
…estas historias tan sencillitas
yo se que al mundo
no han de importar…
“pero la poesía las hace perdurar”
LMO
Discúlpeme, don Abel, pero yo pienso que, para ser de Barba Jacob, la estructura de este poema es bastante flojita...
Pero es de Porfirio, la he visto en varias antologías del poesta. La que pase la copié de internet y en la última que la vi es de Editorial Planeta, Poesía Completa de Porfirio Barba Jacob, pág. 179, primera edición 1999. Un regalo de mi hijo Juan G.
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