El Paseante
Desde su aparición me ha gustado un periódico que consigo en las estaciones del metro de Medellín por el cual pago siempre los quinientos pesos de confianza que hay que depositar en el mueble destinado para tal fin. Dije de confianza porque los dueños del periódico El Observador tienen la confianza de que los lectores depositemos el dinero, aunque muchos no se hacen merecedores de esa confianza porque la acción de depositar el dinero no es prerrequisito para la de tomar el periódico.
Una de las columnas más recientes es la que muestro en la foto: El Paseante. Cuando empecé a leerla aunque el título estaba en masculino, quien la dirigía era una joven periodista que hablaba de La Paseante, así como lo escribí, con mayúscula inicial tanto el artículo como el sobrenombre, sin importar que no estuviera comenzando párrafo.
En aquel tiempo todavía existía en El Colombiano la columna homónima de la presente, ya venida a menos porque sólo aparecía dos veces por mes. En aquella columna le conté a la Paseante que en las normas ortográficas aparecidas en el libro Ortografía de la Lengua Española, edición revisada por las Academias de la Lengua Española de junio de 1999 y luego ratificadas y ampliadas por el Diccionario panhispánico de dudas en el 2005 se había establecido que los artículos de los apodos y de los sobrenombres no eran parte de los nombres propios de esos apodos y sobrenombres y que, por lo tanto, no llevaban mayúscula inicial ni iban dentro de las comillas o bastardillas, según el gusto del usuario. Le expliqué bien que era diferente a otros nombres propios como El Colombiano, El Mundo, El Observador, El Bagre La Guajira en los que el artículo sí pertenecía al nombre propio.
No recuerdo si le hice otras observaciones, pero ella en la misma semana me respondió muy agradecida en su columna y comenzó a acatar la norma.
Pensé que había nacido una amistad periodística agradable y como había otras cosillas por ahí que merecían corrección pensaba ir pasándoselas poco a poco.
Estaba preparando una corrección sobre el seraqueísmo, error al que era muy afecta, cuando hubo cambio de sexo en el titular de la columna: en vez de la Paseante, empezó a escribir el Paseante. Las dos primeras columnas del Paseante (obsérvese que contraje la preposición y el artículo) vinieron conservando la misma norma indicada a la Paseante. En la tercera agradeció a un lector que le había hecho unas correcciones y desde ese momento reapareció la mayúscula del artículo como El Paseante y la separación de preposición y artículo en el caso de decir de El Paseante o a El Paseante.
No, señor Paseante (en ningún momento, señor El Paseante), si esa fue una de las correcciones de su lector, qué pena con él, pero lo aconsejó mal. Ya le mencioné las dos obras en las que se encuentran las nuevas normas. El Diccionario panhispánico de dudas, la segunda, se puede consultar en los vínculos asociados de este blog y en www.rae.es. Una vez abierta la página escribe en la ventanita de abajo Mayúsculas y le aparecen todas las reglas de las mayúsculas. Es el mejor tratado de mayúsculas que ha salido hasta ahora.
Aprovecho para comentarle al Paseante que el seraqueísmo es un defecto bogotano muy extendido en todo el país por las telenovelas y por los tales realities. En la edición de antier de su columna apareció la frase «¿Será que se percataron de las figuras que formaron?»
A la vez que se trata de un que galicado incorrecto, es innecesaria esa expresión: «¿Se percatarían de las figuras que formaron?»
Una de las columnas más recientes es la que muestro en la foto: El Paseante. Cuando empecé a leerla aunque el título estaba en masculino, quien la dirigía era una joven periodista que hablaba de La Paseante, así como lo escribí, con mayúscula inicial tanto el artículo como el sobrenombre, sin importar que no estuviera comenzando párrafo.
En aquel tiempo todavía existía en El Colombiano la columna homónima de la presente, ya venida a menos porque sólo aparecía dos veces por mes. En aquella columna le conté a la Paseante que en las normas ortográficas aparecidas en el libro Ortografía de la Lengua Española, edición revisada por las Academias de la Lengua Española de junio de 1999 y luego ratificadas y ampliadas por el Diccionario panhispánico de dudas en el 2005 se había establecido que los artículos de los apodos y de los sobrenombres no eran parte de los nombres propios de esos apodos y sobrenombres y que, por lo tanto, no llevaban mayúscula inicial ni iban dentro de las comillas o bastardillas, según el gusto del usuario. Le expliqué bien que era diferente a otros nombres propios como El Colombiano, El Mundo, El Observador, El Bagre La Guajira en los que el artículo sí pertenecía al nombre propio.
No recuerdo si le hice otras observaciones, pero ella en la misma semana me respondió muy agradecida en su columna y comenzó a acatar la norma.
Pensé que había nacido una amistad periodística agradable y como había otras cosillas por ahí que merecían corrección pensaba ir pasándoselas poco a poco.
Estaba preparando una corrección sobre el seraqueísmo, error al que era muy afecta, cuando hubo cambio de sexo en el titular de la columna: en vez de la Paseante, empezó a escribir el Paseante. Las dos primeras columnas del Paseante (obsérvese que contraje la preposición y el artículo) vinieron conservando la misma norma indicada a la Paseante. En la tercera agradeció a un lector que le había hecho unas correcciones y desde ese momento reapareció la mayúscula del artículo como El Paseante y la separación de preposición y artículo en el caso de decir de El Paseante o a El Paseante.
No, señor Paseante (en ningún momento, señor El Paseante), si esa fue una de las correcciones de su lector, qué pena con él, pero lo aconsejó mal. Ya le mencioné las dos obras en las que se encuentran las nuevas normas. El Diccionario panhispánico de dudas, la segunda, se puede consultar en los vínculos asociados de este blog y en www.rae.es. Una vez abierta la página escribe en la ventanita de abajo Mayúsculas y le aparecen todas las reglas de las mayúsculas. Es el mejor tratado de mayúsculas que ha salido hasta ahora.
Aprovecho para comentarle al Paseante que el seraqueísmo es un defecto bogotano muy extendido en todo el país por las telenovelas y por los tales realities. En la edición de antier de su columna apareció la frase «¿Será que se percataron de las figuras que formaron?»
A la vez que se trata de un que galicado incorrecto, es innecesaria esa expresión: «¿Se percatarían de las figuras que formaron?»
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