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domingo, 7 de septiembre de 2008

La columna de Angelita


Mundo moderno

No lloremos por Pekín

Cada cuatro años, los humanos nos reunimos para celebrar colectivamente los esfuerzos de algunos pocos elegidos que tratan de embellecer la inevitabilidad de la gravedad. Es un baile a veces bello, a veces peligroso, pero siempre espectacular. Por eso, cuando las Olimpiadas se acabaron dejando rastros de escándalos y de triunfos, me puse un tanto nostálgica. Eso fue hasta que encontré algo sobre los deportes más extraños del planeta.

En estos juegos, lo que prima no es el indomable espíritu humano tratando de convertir en arte lo inescapable. Es evidencia clara de que hay gente que hará cualquier cosa por una medalla. Ésas sí son mi clase de deportistas.

Empecemos por los finlandeses, que son mis preferidos personales. Verán, los finlandeses, que a propósito quedaron en el puesto 44 en cantidad de medallas en Pekín, decidieron darle un toque marital a la carrera de obstáculos y se inventaron la carrera de obstáculos con esposa a cuestas. La idea es que un hombre carga su esposa, o la esposa de un amigo, a través de un campo de obstáculos para ganar –y esto es lo que lo hace mi preferido– el peso de la dama en cerveza. Nada de insulsas medallas de metales brillantes para los finlandeses. Ellos saben valorar lo realmente importante.

Siguiendo con la temática cervecera, los ingleses tomaron el problema logístico del transporte de la cerveza y lo convirtieron en deporte. Lo llaman Bottle-kicking y consiste en patear, empujar, golpear o hacer lo necesario para mover tres barriles de cerveza a través de lodazales, debajo de cerca de alambre de púas, setos y demás encantadores elementos propios de la campiña inglesa, todo mientras llevan un pastel de carne de conejo que no se puede dañar.

Pero si les parece un poco manso eso de andar por una campiña dándole una paliza a un barril de cerveza, esperen a que oigan lo que han hecho los alemanes: volvieron salvaje el deporte más pacífico de todos y se inventaron el chess-boxing, que insólitamente combina el ajedrez con el boxeo. Este deporte tiene revista virtual y sitio en internet y bastantes afiliados, así que pude encontrar que los encuentros consisten en 11 rounds, seis de ajedrez y cinco de boxeo. Los de ajedrez duran 12 minutos y después descansan un minuto para luego boxear durante tres. Se puede ganar bien sea por knockout o por jaque mate. No encontré en ninguna parte una explicación de POR QUÉ unieron estos dos deportes. No sé si querían demostrar que los boxeadores no eran brutos o que los ajedrecistas no eran débiles. En todo caso, sólo pensar en Mike Tyson enfrentado a Garry Kasparov me hace dar ganas de comprar boletas.

Pero no todos son una celebración sin sentido. En la región de Calaveras, California, todavía sostienen los campeonatos que Mark Twain hizo célebres en su primer trabajo publicado, Las ranas saltarinas del condado de Calaveras. Las ranas saltarinas son la vida de este pequeño condado que todavía parece salido de una historia del viejo oeste. Literatura y aventura se unen en estas carreras de batracios. Eso es más de lo que se puede decir de muchos deportes que figuraron en las pasadas Olimpiadas, así que si se sienten un poco tristes porque faltan cuatro años para Inglaterra 2012, no se desanimen. Llámenme y vamos a ver un partidito de chess-boxing, que eso anima a cualquiera.

Ángela Álvarez V
angela_alvarez_v@yahoo.com


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