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miércoles, 11 de noviembre de 2009

Telenovela tintiada



En la extinta Empresa Antioqueña de Energía era costumbre permitirles a los operadores de subestación tener un televisor en el sitio de trabajo debido a que una vez aseado el local y mantenidos en orden los aparatos de maniobra de la subestación, su trabajo se reducía a tomar lecturas cada hora de amperímetros voltímetros, vatímetros, etc. y estar vigilantes a operar los circuitos por alguna contingencia o por operaciones de mantenimiento.

La oficina de recaudo de de una de las sedes que me tocó administrar quedaba aledaña a la subestación y la cocineta quedaba de tal forma que si alguien de la oficina de recaudo deseara servirse un tinto debía pasar por la subestación y por la salita improvisada que los operadores le tenían al televisor.

Los administradores, encargados de la oficina del recaudo, no tenían un trabajo tan descansado como el de los operadores. A aquellos les tocaba recaudar, atender reclamos, organizar la reparación de daños menores en la zonas urbana y rural, organizar corte y reconexión, facturar y todo lo demás que le fuera ordenado por el jefe inmediato y de ahí para arriba.

A mí, como jefe de la Zona, ya me había llegado la onda de que una de las recaudadoras, llamémosla Lola, no se perdía una telenovela que pasaban como a las 10:00 a. m.

Un día decidí aparecerme como a las 10:10 a. m. en la subestación. Efectivamente allí estaba doña Lola de pie y con un pocillo de tinto en la mano.

–Lola, ¿y vos qué? –le pregunté.

–¡Ay, ingeniero! No vaya a pensar que estoy viendo la telenovela, yo vine no más a tomarme este tinto.

Acto seguido entré a la cocineta, me serví un tinto, me paré al lado de Lola a tomármelo y empecé a ver la telenovela. Cuando más o menos le había cogido el hilo a la escena, que no lógicamente a la trama completa, pregunté algo así:

–Bueno, ¿y ése está enamorado de ésa?

–No, ingeniero –brincó Lola inmediatamente–, vea: a este Carlos sí le gusta Inés, pero la novia de él se llama Ángela y está en Europa, pero la mamá de Inés, les hace como cuarto, porque a ella le parece excelente muchacho. Sin embargo, una amiga de Ángela le ha mandado cartas exagerándole la amistad con ésta, de tal manera que...

–Oíste, Lola –la interrumpí–, si todo eso te lo aprendiste con un solo tinto, vení tomémonos la greca completa.

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