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domingo, 17 de agosto de 2008

Vista de lince 26

Recorrido de ayer



Ayer salí temprano de mi casa hacia un laboratorio hematológico porque necesitaba que me hicieran unos exámenes para llevarlos a mi gerontólogo (¿creyeron que me iba a dar pena decir la especialidad del medico ordenador de los exámenes? Pues no, yo nunca me he tragado esos cuentos de tercera edad ni adulto mayor con la que hoy en día disfrazan la vejez). El laboratorio en cuestión queda en el sector de Patio Bonito del barrio El Poblado de Medellín. Llegué a la estación El Poblado en metro y busqué la dirección del laboratorio.


En el camino me encontré un edificio cuyo nombre contiene un gazapo ya tratado en este blog: se trata de la falta de tilde del apellido Piedrahíta, palabra de cuatro sílabas y cuya tilde disuelve el diptongo ai que no es disuelto por la h intermedia. Sin tilde queda una palabra de tres sílabas en la que el diptongo ai se pronuncia como en la palabra gaita. La palabra gaita no lleva tilde y nadie la pronuncia ga-i-ta sino gai-ta. Así pues para la correcta pronunciación de Piedra--ta es necesaria la tilde. ¿Qué dira Piedrahíta?

Cuadras más adelante me encontré un clínica en cuyo aviso están todas las tildes necesarias. ¡Qué valentía! Una tilde en un aviso comercial es una rareza. cuadras atrás había omitido tomarle foto a auna panadería sin tilde, por cuanto avisos sin tildes se consiguen los que quieran; con tildes, muy escasos. Por fin llegue a mi laboratorio al que le pido disculpas por no haberle tomado foto a su aviso de la calle en el que aparecía correctamente la tilde de Hematológico, es decir, otro aviso con tilde en la misma cuadra en donde está el aviso de la clínica. Bueno espero que el crédito redactado sea suficiente, porque en el interior sí encontré dos gazapos y no resistí la tentación de fotografiarlos.

De la atención recibida en el Laboratorio no puedo decir menos que excelente. Mientras me tomaban los datos en la puerta, tomé la foto de un aviso en que los propietarios y trabajadores están convencidos de leer cada que pasan la palabra PRERRECEPCIÓN, pero que no es esa la que está escrita porque le falta un R necesaria para el sonido fuerte de la misma palabra. Cuando terminé de tomar la foto, escuché mi nombre por un altavoz.

–¡Dios mío! –pensé–me van a regañar por la foto.

Pero no. Se trataba de la llamada para que me sacaran la primera muestra: el pago. Bueno, estos sistemas de Medicina Prepagada no son tan dolorosos. Nada me dijeron de la foto.

Me ordenaron subir al segundo piso y mientras buscaba una silla para sentarme a aprovechar la larga espera para leer la prensa y buscar gazapos senti un voz femenina que pronunciaba mi nombre.

–Curioso laboratorio –reflexioné (para no repetir el verbo pensé)– por donde uno va pasando ya saben de uno más que en la casa.

La dueña de la voz femenina que escuché me invitó a pasar a una salita en al que me hicieron sentar en una cómoda silla que más que dolor por la sangre sacada invitaba a sentir el placer por el descanso.

Terminada la faena y después de sacar casi medio litro de muestra, lo que motivó un reclamo de parte mía porque ya pasé de la edad hábil para donación, la joven me comentó que me había hecho merecedor a una invitación a la cafetería.

Bienvenida, invitación, porque después de haber llegado hasta allí en ayunas y dado que el restaurante más cercano estaba a cinco o seis cuadras de distancia, las probabilidades de sobrevivir eran escasas. La joven me orientó a la cafetería en la que me dieron una carta para escoger una bebida y un acompañamiento. Pedí un café con leche y un cruasán, así en español aunque en la carta estaba en francés: croissant (perdonen lo desenfocada de la foto, pero ya no tiene arreglo, además en todo el resto del blog, hasta hoy he demostrado buenas dotes de fotógrafo).

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