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domingo, 19 de abril de 2009

La columna de Angelita

Mundo moderno

Maternidad demandable


Todos hemos acomodado el dicho ese “mi mamá me ama, mi mamá me mima… me mamé de mi mamá”. Pero hay gente que lo lleva más lejos.

Hay gente, como un joven austriaco que demandó a su madre porque lo llamaba hasta 49 veces al día. La corte multó a la madre con el equivalente a un millón de pesos por acoso telefónico.

Tal vez este hombre llevó las cosas un poco lejos, pero seamos sinceros, no pensó nada que los demás no habíamos pensado. Es decir, mi mamá me llama más o menos esa misma cantidad de veces, pero no he pensado en demandarla por eso, pero ahora que lo pienso… está el vestido de patos en una bañera bordados que me obligaba a usar. Y la vez que me hizo un motilado que me hacía parecer un elfo sexualmente confundido. Y además me obligó a llevar queso y yogur en la lonchera y me hacía usar camiseta en la piscina, lo que definitivamente clasifica como daño por lesiones sociales. Y sin ir muy lejos, podría demandarla por truncar el libre desarrollo de mi personalidad porque no me dejó lanzarme desde el techo de la casa con una toalla amarrada alrededor del cuello “a luchar por la fusticia” [sic]. Y mi padre tampoco se queda atrás. Todavía estoy con los nervios porque una vez lo vi matar un ratón y lloré durante días porque había asesinado al Ratón Pérez.

Bueno, está bien, tal vez yo no tenga un caso muy sólido, pero no deberíamos descartar la idea de demandar a los padres, porque hay unos definitivamente demandables. Para empezar, están las madres que les ponen balacas a las bebés y pulseras a los niños. Y la gente que motila a sus hijos como aspirantes a la Selección Colombia en 1982, cortico adelante y largo atrás, también es candidata a demanda.

Los nombres también podrían ser motivo de litigio. Cuando estaba haciendo el vigía de la salud en mi último año de colegio (ni crean que les voy a decir cuándo fue) me tocó un niño que se llamaba Batman Adolfo. Es en serio. Hay testigos. Esa señora probablemente truncó el futuro laboral de ese niño. Yo no me dejaría operar del doctor Batman. ¿Ustedes sí?

Ya que estamos en estas, deberíamos aprovechar y entablar demandas a nombre de los animales cuyos dueños los visten de manera ridícula y les hacen cortes vergonzosos que los convierten en blanco de humillaciones cada vez que salen al parque. Siempre que veo uno de esos french poodles con la cola rapada me lo imagino explicándole a su amigo bóxer: “mira, te juro que no soy, es que mi dueña…”.

El caso es que este joven tocó un nervio con eso de las demandas. En el fondo, todos tenemos un guardado, una injusticia por la que sentimos que merecemos compensación.

Al mismo tiempo, esto podría ser problemático si una de mis hermanas decide demandarme porque la castigaron a ella cuando yo incendié las cortinas y le eché la culpa, y la otra todavía está buscando un suéter suyo que vendí en el colegio para poderme comprar un borrador de E. T. Mejor apelemos a la sensatez y dejamos así…

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