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miércoles, 1 de abril de 2009

La columna de Angelita

Mundo moderno

Tecnología para la mujer moderna
Recientemente, la página virtual del Vaticano publicó un artículo según el cual la lavadora de ropa fue el invento del siglo XX más liberador para las mujeres. El artículo, escrito por una mujer, afirma que poder “echar la ropa, echar el jabón, bajar la tapa y olvidarse” nos ha permitido a las mujeres independizarnos, tener más tiempo para nosotras mismas en el hogar y hacer cosas como leer para abrir nuestras mentes. La idea de que era la ropa lo que nos tenía aprisionadas es tan ridícula como la noción de que las bambas para el pelo nos liberaron porque ya no nos tardamos tanto poniéndonos pinzas.

Todo esto me ha conducido a una conclusión. Verán, lo que sucede es que la tecnología es machista. Bueno, la tecnología no, pero la gente que la produce, sí. ¿Cómo más explican el robot-modelo que sacaron los japoneses?
Ya habían sacado el robot-ama de casa, que claramente apela a un mercado masculino, y ahora nos salen con este modelito, que pesa 43 kilos y mide 1’60. Vale aclarar que este modelo es una versión reducida y mejorada del primero que sacaron, que pesaba 58 kilos. ¡Pusieron a dieta a la tecnología! Eso tuvo que ser un hombre; si una mujer hubiese diseñado ese robot, tendría estrías y celulitis.
No me quiero imaginar con qué irán a salir ahora. Supongo que si tienen una modelito y una ama de casa, sólo les falta un femi-bot, que viene con su propio delantal, le lleva pantuflas y whisky al sillón, enciende el cigarro y está programada para auto-apagarse antes de preguntarle dónde ha estado y qué son estas horas de llegar. Por unos pesos más puede tener la versión Premium que incluye un programa para que cada 30, 35 o 60 minutos –según el gusto del usuario- se de vuelta, lo mire fijamente y le diga “eres un se-men-tal” y “me en-can-ta el fút-bol”.
Si quieren aumentar las ventas, ese modelito lo deberían vender en combo con el mami-bot, diseñado para peinarlo, escogerle la ropita, recogerle los calzoncillos sucios, pegarle los botones, cogerle los hilvanes y decirle “eres tan guapo” y “Nin-guna mujer te me-rece”. La función extra de este modelo sería “come, es-tás muy del-ga-do.”
Claramente, el público objetivo no somos nosotras. Si de verdad quisieran capturar el mercado femenino, no perderían el tiempo diseñando lavadoras y secadoras que parecen sacadas de Los Supersónicos, sino un robot que sobe los pies y diga “tu celulitis es taaan sexy” y “no, no, yo lavo los platos. Tu quédate tranquila y ves otro capítulo de Sex and the City.” Notarán que el robot para nosotras habla mejor; es porque nosotras apreciamos la comunicación fluida y no consideramos que más de cuatro palabras seguidas sean cantaleta. Ah, y la función extra del macho-bot sería una grabación en loop sinfín “tú tienes toda la razón, querida” y “esos pantalones no te hacen ver gorda.” ¡Ese sí es una máquina pensada para las mujeres!

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