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jueves, 18 de diciembre de 2008

La columna de Angelita

Mundo moderno

Nada que hacer

La siguiente es una dramatización hipotética y que no tiene nada que ver con que esta noche haya una reunión de ex alumnos en la universidad de la que soy egresada. Se trata de un suceso conocido en el mundo femenino como Nada que hacer. Generalmente, aunque hay excepciones, arranca con la mujer desnuda frente al clóset abierto, manos en la cintura, gritando (al marido, a la mamá o al espacio): “No tengo ropa”. Lo que sigue puede ser un diálogo o un monólogo –da igual– e incluye, pero no limitante, lo siguiente:

– ¿Estás lista?, ya casi es hora.

– No. No estoy lista. No tengo que ponerme.

– ¿Y ese vestido negro?

– ¿Cómo se te ocurre?, con ése se me ven los brazos y los tengo llenos de pecas inmundas.

– ¿Y los pantalones?

– No me puedo ir de pantalones porque todo el mundo va a creer que no fui de falda porque tengo celulitis.

– Pues, vete de falda.

– NO PUEDO PORQUE TENGO CELULITIS

– ¿Y de falda– pantalón?

– ¡Qué buena idea! Ahora, si me pudieras conseguir una máquina del tiempo para regresar a enero 12 de 1988 que fue la última vez que la falda–pantalón estuvo de moda.

– Bueno, no hay que ser sarcástica. Sólo quería ayudar.

– Pues entonces, ayuda. ¿Qué tal esta chaqueta?

– Se te ve muy bien. El color te resalta los ojos.

– ¿Qué importan mis ojos? Lo que quiero es verme flaca.

– Sí, te ves flaca.

– Mientes. ¿Y este otro conjunto?

– Sí, con ese te ves superflaca. Ponte ese.

– No, éste no me lo puedo poner porque no tengo zapatos que me salgan.

– ¿Y esos…?

– Esos son para llevar una cartera chiquita y no tengo cartera chiquita.

– Pero esa cartera es chiquita

– Esa cartera es tipo clutch. ¡Esto no es un cóctel! Tiene que ser de cargadera.

– ¿Por qué no te pones éste? Te veías tan flaca que la gente pensó que estabas enferma.

– Puede ser… pero entonces me tendría que lavar el pelo porque con ese escote tengo que estar de pelo suelto y ya me peiné y además tengo raíces y se me ven las canas y cogerme el pelo es la mejor estrategia porque si me hago una moña apretada se me disimulan las patas de gallina. No. Definitivamente ese no.

– Pero ven, éstas son tus amigas, se van a alegrar tanto de verte que no se van a fijar en eso

– No sabes nada. Son arpías inmisericordes. Lo sé porque yo también lo soy. Y si yo me fijo, ellas se fijan.

– Empecemos por algo. Al menos ponte ropa interior

– No puedo ponerme ropa interior hasta no decidir la ropa exterior porque si me pongo este brasier, no me puedo poner cuello bandeja, y si me pongo éste, no me puedo poner blusa blanca, y con éste no me salen las blusas de tiritas. Y los cucos dependen del pantalón porque tienen reductor de barriga pero entonces el banano se desplaza hacia arriba y no me puedo poner nada que estire. Nada que hacer ¡no puedo ir!

– Pero tal vez te encuentres con alguien que esté más gorda que tú…

– ¡Pásame los pantalones que tenemos que salir ya para no llegar tarde a la reunión!

Ángela Álvarez V

angela_alvarez_v@yahoo.com

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