Mundo moderno
Un sufragio para lo sagrado
No se dejen confundir por el título de esta columna. Ya sé que parece puro encabezado de tesis de doctorado de filosofía, pero no se preocupen. No tengo intenciones de ponerme profunda en el último fin de semana antes de la Navidad.
O, bueno, sí. Lo que pasa es que esta semana ha estado llena de noticias que me han hecho pensar –muy a pesar de mis deseos de dejar descansar a mis neuronas– sobre la naturaleza de lo que consideramos sagrado, sacrosanto o hasta fuera de límites para ciertas cosas. Puntualmente, empecemos por la controvertida portada de la edición mexicana de Playboy. Obvio, no esperaba encontrar una foto de la Madre Teresa en Playboy, pero me tomó un poco de sorpresa ver a la Virgen María.
Ahora, no es este el espacio apropiado para debatir sobre la virginidad de la Virgen, pero las reacciones que suscitó la modelo María Florentina Onori escasamente cubierta con un velo fueron enfáticas y multitudinarias, tanto que la empresa emitió una disculpa pública en donde señalaba que no querían ofender a nadie. El problema, a mi juicio, es precisamente ese: pensaron que nadie se iba a ofender. Y, ¿por qué habrían de pensarlo? Si en realidad, cada vez son menos las cosas que nos ofenden, o al menos así parece.
Irónicamente, mientras en México se indignaban por la desnudez de la Virgen, en Francia se lucraban con la de la Primera Dama. Una foto de los Primeros Senos (ja, ja), es decir, los de Carla Bruni-Sarcozy, había sido utilizada como forro en una línea de carteras, lo que provocó la ira presidencial y obligó a los fabricantes a pagar una millonaria suma compensatoria. Apuesto a que nunca se imaginaron que Carla Bruni y la Virgen María compartirían titulares sobre la desnudez…
Pero el escote de Madame Sarcozy no ha sido el único blanco presidencial esta semana. Algunos recordarán la escena del saliente presidente estadounidense George W. Bush esquivando un par de proyectiles esta semana. Para los que no vieron, un periodista iraquí le lanzó sus zapatos al viejo “W”, pero él fue más rápido. Sin embargo, tantos quedaron con las ganas de verlo zapateado que ahora han lanzado un videojuego en donde uno le apunta a Bush y le lanza zapatos.
No es que los senos ni los videojuegos en los que se burlan de los presidentes me parezcan de por sí escandalosos, pero las anteriores noticias combinadas con la de que Scarlett Johansen ofreció un kleenex usado por ella en eBay –y que alguien haya ofrecido varios miles de dólares por él– sí me escandaliza un tris. No tanto por el precio, sino porque haya alguien que quiera pagar por tener un pañuelo facial lleno de mocos, así sean de famosos. ¿Qué tan bajo hemos llegado? ¿Qué hacemos dándonos de Navidad carteras con fotos de primeras damas desnudas y kleenex usados?
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